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Arrodillado en el suelo pensó en saltar el muro pero sus heridas lo hicieron buscar otro camino. El barro cubría sus pies y sus manos temblaban rabiosas. La policía estaba muy cerca, podía sentirlos en el viento, alardeando giladas, vociferando muerte.
___¡ Hijos de puta!__ murmuro con algo de nostalgia. Pero así se sucedían las cosas aquella noche en Buenos Aires. Al cabo de unos minutos el silencio le dio la confianza para salir de su guarida.
Cargo por segunda vez su revolver y corrió con el ultimo aliento, con la mirada puesta en la pesada mochila que le toco por suerte. Nunca imagino que la cosa iba a salir tan mal. El “Rengo” Díaz y el “Chafa” López muertos tras el asalto, el “Loco” Urra herido y detenido, mientras que el “gordo Zumuva” seguía prófugo quien sabe por donde.
Muy pronto descubrió que estaba rodeado. La policía había levantado un cerco a dos cuadras y un helicóptero sobrevolaba peligrosamente los tejados.
__Estoy frito__ pensó. Pero conservo la calma. Recordó que a pocos metros se encontraba “EL OLIMPO”, un bar de vidrios opacados por el humo del cigarrillo y el desgano de un mozo resignado. En ese lugar se embriagaba su padre y al ingresar noto que nada había cambiado.
El viejo soto, tras un mostrador de lata, jugaba con su bigote contando los segundos de su solitaria existencia. Mas allá la mesa de pool y los mismos de siempre arropaban las gargantas con una caña seca.
__ ¡Una cerveza don!__ grito dolorido. El viejo, con más noches que la luna comprendió lo que ocurría.
__ ¿Que paso “Lobo”? ¿Te vas a entregar?__indago Soto echando un ojo a la sangre que goteaba hasta el piso.
__ ¡No! Deje la botella nomás__ Por un instante el silencio se adueño del bar. Las imágenes quedaron vacías, carentes de tiempo.
Entonces, solo entonces Mario el “Lobo” Andrade bebió a la memoria de su padre y sus compañeros muertos. Luego desembolso el botín sobre la mesa repartiéndolo entre los presentes. Quedaba poco en la botella cuando las valisas policiales aparecieron iluminando la vidriera. La balacera fue breve pero encarnizada.
Al día siguiente el informe oficial diría; “Delincuente abatido en tiroteo tras robo frustrado”, Aunque de frustrado tuvo muy poco. Por que la guita que el “Lobo” regalo aun la conservamos. El “Gordo Zumuva” se hizo humo y si me preguntan por el no sabría que contestar pues el diario no dice mas.
Por otra parte, alguien acaba de golpear a mi puerta. Quien sabe, tal vez sea la yuta.
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Texto agregado el 01-10-2011, y leído por 167
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Lectores Opinan |
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09-11-2011 |
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Me mató el gordo Zumuva, muy porteño, un aire delincuencial, quiero leer otra témática tuya. chilichilita |
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