Tengo miedo de que las cosas cambien y tengo aun más miedo de que no lo hagan.
Siento que he llegado al final del camino, que ya aprendí lo que debía y que es hora de partir.
Sin embargo, también siento algo de vergüenza, ya que no logre lo que en un inicio visualice que sería.
Llore tanto por amor, a pesar de que me prometí nunca hacerlo.
Me rendí muchas veces, incluso antes de iniciar e incluso a punto de llegar a la meta.
Me entusiasme por la vida, como no hubiera imaginado que yo lo pudiera hacer.
Fui cruel, aun más que las brujas de los cuentos, pero también fui débil, pusilánime, casi que implore que me pisotearan.
Fui una y más de 10 mujeres a la vez, hasta el punto que se desfigura la que soy, con las que fui y con las que quise ser.
Creía que era justa con los demás y resulte siendo la más injusta conmigo misma.
Pensé que yo era bondadosa, pero era en realidad era egoísta; siempre consolé a mis amigos de corazón, porque tal vez eso mismo buscaba, pero no llegó, por eso sé que mis lagrimas se secaran en mis rostro sin que nadie las enjuague.