Tus pupilas se alzan decididas sobre el arrebol de los geranios. Encuentran siempre a las mías y eliminan capítulos del olvido. Al tenue alcance de tu oído dejo caer a mis palabras. Sin temor tiendo las manos al lugar donde acecha el ocaso. La larga espalda de los días permite el intento de vivir. El cariño, que todo comprende, sin más derrumba la soledad.
Texto agregado el 29-09-2011, y leído por 187 visitantes. (5 votos)