¿A dónde vas?
tropezando tras cada paso, con la vida,
remolino turbio bajo tus pies,
como el agua estruendosa de este rio,
devenido en ciudad.

Ahogantes cimientos impasibles,
ataduras grises del sentir de cada hora.

Ni la muerte se atrevería a coexistir aquí,
peatonal de la eterna desesperanza,
llena de vivos que no piensan, que viven,
que viven sin existir,
que respiran éter de un falso vacio.

Ciudad de mixtura oscura, de pies cortados por el tobillo.

Nido de hombres sin plumas, de hombres limpios,
de sueños cortados con excelsa precisión.

Ciudad de cristales rotos,
de apabullante, placentera,
y hermosa desdicha.