Nuestras tardes
bailan al ritmo de la fantasía.
Desaparecen
tras la huella de lo ilógico,
inocentes,
para rasgar lo medular
del sueño.
Y en tierna desidia,
esperan,
con lasitud de fuego,
revivir
horas como estas.
O, tal vez,
mucho más fastuosas.
Texto agregado el 28-09-2011, y leído por 362
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