LA BODA


Ella lo había planificado con mucha anticipación. Desde el día en que lo conoció, supo que era “para ella” y lo repitió a viva voz entre toda la gente del pueblo. Su familia lo aprobó y no escatimó en colmarlo de agasajos y regalos en cuanta oportunidad se le presentaba.
Los días festivos, eran el pretexto ideal para mostrarlo en sociedad, como si fuese un trofeo ganado en un concurso local. “Ahí va el novio” se rumoreaba entre la gente.” Es guapísimo” se escuchaba por ahí, entre las más adolescentes. Parecía que se hubiese preparado toda la vida para vestir de blanco y entrar en el altar de la mano de su padre y con el consiguiente ramo de flores.
Regalos llegaban desde todos los rincones de la provincia, algunos tan grandes como el amor que se profesaban. Del vestido opinaban todas las mujeres y le daban consejos de cómo debía lucir ese día tan importante, el que ellas ya habían sorteado con relativo éxito.
Y el día tan esperado llegó. No faltó nadie a la cita; el pueblo quedó vacío a la espera de la novia y su vestido blanco en la puerta de la iglesia “Estaba divina con ese peinado”, era el comentario obligado. Constaban todos, hasta el comisario fue de la partida. El que faltó fue el novio.