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Trichechus vivía en un río, como cualquier otro, rodeado con algas y peces de colores. Su cuerpo estaba repleto de cicatricez tanto en su costado izquierdo como el derecho. Su longeva vida había sido colmada de aventura y conocimientos por 78 largos inviernos. Él sabía que pronto sería cortada en algún momento, como el hilo del destino que cierra el ciclo natural de la vida. Su corazón sentía y palpaba la naturaleza de cada ser y particula que lo rodeaba. Entendía, además, porque se encontraba en ese lugar y en ese momento.
Trichechus nadaba lentamente esa mañana. Subio por una bocanada de aire hacia donde se encontraba una embarcación. Observó una familia y otras personas más en el bote. Sus ojos cristalinos y humedecidos por el agua repararon en los ojos puros de un niño. Luego, se sumergió nuevamente en el agua. Timidamente se alejó poco a poco mientras la gente apuntaba al agua y exclama sobre el mamifero que observaron algunos abordo. El niño sintió algo en su corazón, sútil y ligero, sin palabra que expresar a sus padres.
El niño estaba feliz y estaba triste, hubiera pensado sus padres, una dicotomia más no definida, hubiera dicho un filosofo.
El niño lo que realmente sintió fue lo mismo que sintió Trichechus, que las palabras son palabras, y el corazon ve más alla del hablá y los movimientos del cuerpo.
Trichechus pensó ¿por qué esos seres de jovenes son tan sabios y algunos se ciegan de adultos?... Bueno no lo sé y no creeré comprendelo. Siento en el fondo de mi vida que fluye como el río que algo cambiara en algún momento. |
Texto agregado el 26-09-2011, y leído por 1082
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Lectores Opinan |
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26-09-2011 |
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Buenas imágenes randy |
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26-09-2011 |
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Linda historia, un encuentro entre dos seres de corazón a corazón, muy lindo*** senoraosa |
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