TU PADRE
Un calor infernal recorría mi cuerpo y carcomía mis entrañas, tres gotas de sudor se deslizaron por mi frente buscando un lugar donde morir: el suelo...
Odio mi vida y este horrible mundo donde me toco vivir, odio el sufrimiento de la gente, y el dolor que brilla en los ojos ajenos, odio todo lo que me lo recuerda, y odio todo lo que me toco vivir por él...
¿Porque?, no lo sé, el odio es algo que tenemos dentro y no sabemos de donde viene, solo sabemos que nos mata cada dia y a cada hora...¿Pero de que sirve ya vivir, si todo lo que tenia se fue así no mas?...la vida pierde sentido cuando su esencia se acaba, y mi vida perdió su sentido hace ya tanto!!..........
Escucho una solitaria voz que me ordena irme, el bar esta a punto de cerrar, salgo a la calle sin rumbo alguno, no veo a nadie, debe ser ya muy tarde...
Camino y camino por esta sucia ciudad inventada por nosotros, quiero llorar pero no puedo, el orgullo se carcome mis lágrimas. Veo a dos hombres al final de la calle, pelean, se escupen, se odian...ese maldito sentimiento que no nos deja vivir en paz, un escalofrió recorre mi cuerpo, recuerdo como te veías atado a ese aparato, que no dejaba de sonar, que no te dejaba morir, ya para el final de tus días ese permanente ruido se convirtió en mi eterno homenaje, el himno de tu despedida.
Mi poca fe a muerto, no sé porque Dios fue capaz de quitármelo, solo él sabia cuanto lo amaba, solo él sabia que hubiera dado mi vida por verlo caminar de nuevo. ¿Por qué inventaste la vida?, si todos desde que nacemos solo pensamos en morir, la vida ha perdido el sentido, estamos aquí sin estarlo, el mundo es pecado y desesperación, no quiero estar mas aquí, te regalo mi vida, has de ella lo que
quieras, mátame...
La calle es fría y huele mal, las ratas son las dueñas del lugar, los mendigos duermen en las calles, y las prostitutas se insinúan en las aceras, una voz me pregunta: “¿Buscas compañía?”, no respondo, no me interesa, estoy sordo...
Al final de la calle encuentro lo que había estado buscando, el pequeño cementerio donde se encuentra tu pequeño cuerpecito, hijo, perdóname por darte una morada tan humilde, el dinero era muy poco, y tan solo alcanzó para pagar ese pequeño huequito.
Me siento a tu lado como en los viejos tiempos, ojala pudieras contarme como te sientes, que piensas, como vives...Recuerdo que siempre quisiste ser un astronauta, ese era tu mas grande sueño, ¿pero sabes hijo?, lo lograste, viajaste al espacio, te fuiste de la tierra y ahora vives en otro planeta, en el planeta de tus sueños, pero como me hubiera gustado acompañarte, poder viajar contigo y visitar todos esos astros y constelaciones que tanto te asombraban.
La luna brilla mas que nunca, así como tus ojitos, los luceritos que brillaban cada vez que reías, esos ojos que hicieron que tu padre te amara cada dia mas...Saco del bolsillo esa botella que había estado guardando para este momento, brindemos hijo, salud, que tengas la mejor “vida” del mundo, ojala nunca te parezcas a mí, se como tu madre, una mujer muy respetable y hermosa, el único error cometido en su vida fue enamorarse de mí, dañó su vida, y por eso nos abandono, no la culpes, hizo lo mejor para ella, tal ves si no hubieras muerto
habrías hecho lo mismo, pero te agarró esa penosa enfermedad, y como luchaste hijo, eres mi mas grande héroe, y te quiero mas a que a nadie en este mundo...
Sentí un vacío muy grande en el alma, creí morirme, tal vez fue el exceso de licor, o la falta de alimento, pero caí rendido en el suelo, realmente quise morirme, pero la vida no es lo suficientemente grande como para darme ese placer, a la mañana siguiente me encontró el sepulturero abrazado a la tumba de mi hijo, me
levanto y me mando a casa, pero no me quise ir, quería quedarme algún tiempo abrazado a esa tumba, era como si lo estuviera abrazando a él, como si por unos instantes todo lo malo hubiera desaparecido, y solo estuviéramos en el mundo él y yo...
Un calor inundó mi cuerpo, y un fino toque de inocencia me invadió, algo nuevo había entrado dentro de mí, no sabia que era realmente, pero sabia que era bueno, tres golondrinas se depositaron en la tumba, me parecía algo extraño, faltaba poco para el invierno, y no era común encontrarse con aves en esta época de año, “tal vez están extraviadas”, pensé, al poco tiempo levantaron vuelo y se fueron, “si se encuentran con mi hijo, díganle que lo quiero, que no se olvide de su padre”, grite... y las tres golondrinas se perdieron en el horizonte...
Me levante, y salí de aquel cementerio enterrando todo aquello que me había hecho perder la cabeza la noche anterior, y por primera vez en mucho tiempo una sonrisa salió de mí, a lo lejos, en la ciudad, se escuchaba el eco de unas campanas que invitaban a los feligreses a rezar.
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