ODA AL VIENTO
Él susurraba como un chiquillo, él enloquecido con todas sus fuerzas hacia rechinar con sus dientes sobre las copas de aquel viejo bar.
Donde se escuchaba su tenue voz… creemos que donde menos lo esperábamos, él se hacia oír con su grandeza o sólo susurraba, yo le tenia respeto y encanto, él hacia que mi blusa se agitara suavemente y que mi pollera se colocase a la par de sus movimientos.
Príncipe de las nubes, temido cuando su enojo era voraz y esperado cuando la naturaleza lo deseaba y deseaba. Así era él y sigue siéndolo mas allá de los comentarios o adjetivos, está entre las hojas, brindándoles una mano a los pájaros para que sigan su vuelo y haciendo estremecer cuando se anuncia sin prisa dejando a su paso la flecha inconfundible de su presencia.