Llegue de vagar, me serví un trago y vi la silueta circulando a través del espejo enojado cubierto de vahos persistentes, di una vuelta monótona por el baño, me lave el rostro y me quede un rato sintiendo el frescor del agua y su rudo respingar en mi tez.

Regrese a la alcoba y al fondo comencé a escuchar música ochentera, mi mente divagaba en descalabros y lasitud, estrechez de economía para reparar los baches de la esclavitud en esta jaula de oro y en el viaje sin regreso a la ridícula sensiblería.

Sentí como si el sentido me desamparara y se abriera el telón de sopapo y la realidad me estimulara a la porra, empujada por el coñac que transitaba por mis venas, y se posesionara en el lugar mas estupendo a causar el efecto para el cual había sido evidente, restregué mis ojos y vi la apariencia, no pude mas que sorprenderme por el viento que disperso las cortinas y como una voz llegando de la bocina de la computadora a todo volumen dejo colarse una aflicción de sol haciendo que la sangre de mi deja vu quedara perpleja con el estruendo de la imaginación.

Por un momento pensé, ¿que es esto? seguramente el coñac me causo alguna seducción innecesaria y encendí un cigarro que en vez de relajar mi zozobra aumento el sopor de una irreconocible impaciencia de irme, salir corriendo, hice en vano el impulso de pensar en mi madre, en ella, la canción de fondo, el trabajo, en fin, pero me vi impotente de nada, incluso de voltear mi cabeza a otro lado como olfato de huida de lo fortuito.

El esbozo mas o menos de una apariencia exacta a la mía ondeaba lo que no distinguí en su mano izquierda, lo llevó a su torso y me atormentaron los recuerdos como cuando entro a la ducha y por error abro de un todo el agua fría y me quema los sentidos, dejándome sin movimiento por una eternidad de segundos hasta que la reacción de libertad estropea los planes de un congelamiento estable, y vuelve el calvario, regocijo de la existencia, luego rápidamente cambió de posición y la puso en su cabeza , lado derecho de la sien, una desesperanza me invadió y un espasmo recorrió cada hebra de mi cuerpo y sentí el calor peregrinar lentamente mi conjetura rumbo a un desierto del cual aun no me puedo despertar, por mas que dejo la luz encendida y avivo todas las alarmas del juicio.