LA HUIDA
Es una noche oscura y fría, la siento entre mis huesos, me arropa en ella.
Las luces de los autos golpean mis ojos, parecen frenar mis pasos, el sudor recorre mi cuerpo, pasa a través de mi chaqueta cae al suelo.
La ciudad es sucia, sus olores me enferman, sus luces me marean, odio esta ciudad, pero no tanto como a ella...
Un día pensé que ella era la única mujer que estaría a mi lado, eso me hacia feliz; si hubiera sabido que ella no lo era... pero luego lo pienso, en el fondo de mi corazón lo supe siempre.
Las sirenas, las malditas sirenas...
La ciudad se viste de colores a mi paso, los naranjas y fucsias del neón me cubren, por alguna retorcida razón ahora me siento bien entre ellas.
Veo a los hombres de rostros secos, a las mujeres de ojos muertos. No me juzgan, no son sirenas.
Tu no pudiste aceptarme nunca con mis problemas, siempre era mejor evadirme, siempre era mejor que yo no sintiera...
Ahora comienza a llover, diminutas gotas que se quieren colar entre mis ropas, siento frío, quiero vomitar.
Cruzo calles al azar, las luces de colores desaparecen, doblo en cada esquina por fuerzas que no controlo, sé que vienen por mí, ya lo sé.
Cuando nos conocimos nunca pensé en llegar a quererla tanto, ni que me haría sufrir de aquella forma tan cruel, día a día a cada beso insípido a cada caricia falsa, cada vez que me decía te quiero y en sus ojos veía que mentía... ella misma fue tejiendo la muerte.
Las luces se repiten en los postes, una tras otra, un beso tras otro, todas iguales, veo el reflejo de las gotas, en tus ojos nunca había lágrimas, al fondo de la hilera de monótonas luces una está oscura, una bombilla quemada, un día no hay besos, un día es hoy.
Llueve ahora más fuerte y me cubro la cabeza con la chaqueta, no puedo parar, escucho las sirenas cada vez más cerca, ¿cuanto más debería caminar?, un charco me inunda los zapatos, siento calientes los pies, cruzo a la derecha y me estrello con dos hombres, caigo al piso...
Sí, así fue. Si alguien buscará razones puntuales jamás lo entendería, me llamaría loco, no encontraría razón para que dos personas que se quieren terminaran así, pero no quiero que me entiendan, ella jamás lo entendería.
Pero no podía más, vuelvo y resbalo, la lluvia no me deja ver un metro adelante, no podía aguantar más, finalmente tendría que ser hoy.
Hoy, hoy fue el día.
No busco un lugar para protegerme de la lluvia, las sirenas no me dejan, cada vez están más cerca, las siento respirar en mis oídos, suenan constantemente en mi cabeza, no puedo pensar.
En el mismo lugar en que nos declaramos nuestro amor, al que volvíamos cada mes y nos tomábamos de la mano, sintiendo tus manos tocando otra piel que no era mía, no pude evitarlo mi amor, no pude evitarlo, te amaba mucho, no fui yo fue mi corazón.
Si, no me pueden hacer nada, ellos no lo entienden, jamás podrían encerrar a este corazón, las sirenas no lo pueden hacer, esta sirena que me persigue, ahí está a mi lado, ahí está...
Entonces hoy, la bombilla quemada, por última vez vi sus ojos buscando amor, el que murió poco a poco, torturado por ella, me acerqué un poco, busqué la parte más delgada de su cuello, tan suave que mis manos parecían resbalar, no escuchaba sus pulsaciones, ella no tenía corazón, mis manos sólo la apretaban, cada vez más, su cuello se fue cerrando entre mis dedos y la vi morir frente a mí, así como mi amor murió con ella...
¿Qué importaban mis manos, si solo estaban al servicio de este corazón?
Ya no llovía, todo era una gran sirena de policía, sonando sin cesar, inmensa como una torre frente a mí, solo puedo caer rendido, sentir los brazos que me levantan, son los policías de la sirena
No siento sus golpes, no escucho sus insultos, son demonios, dicen que me calme que deje de gritar, pero yo estoy aún envuelto en una chaqueta sobre el suelo, en una nube entre las luces naranjas.
Si estoy loco nunca lo sabré, si mi corazón escapa, ¿no seré libre yo también?
Los miro con ternura, sostengo fuertemente la mano de uno, mis labios se contraen y mis cejas se levantan, a punto de abrir mi boca para dejar escapar tres palabras, me contengo:
Jamás lo entenderán, jamás podrán encerrar al corazón.
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