Tus errores te persiguen. Son más rápidos que vos, más audaces, no importa cuánto corras, no importa cuánto te escondas. Ellos te alcanzarán. Se escabullirán por entre cualquier hueco, te alcanzarán. Hallarán una rendija en cualquier muro, te alcanzarán. Una vez que te encuentren, envenenarán tu alma, convertirán tu fuerza en debilidad y tu pasión en miedo. Desbaratarán tu energía, y devorarán lo poco que de vos quede. Pasarás al olvido, a tu propio olvido, te olvidarás de vos mismo, de quién eras, de cómo eras, sólo sabrás juzgarte por tus errores y en ese acto abandonarás tu esencia. Pasarás los días mirando la luz del sol llegar, tocando sus suaves haces, ellos no te acariciarán. Vos sabrás por qué: No los merecés, no sos digno de ellos. Entonces observarás la claridad invadiéndolo todo, acompañando a cada criatura del mundo y te sentirás miserable por ser una alma vil que cometió errores y vendió su alma a una oscuridad tan profunda e inabarcable.
Todo eso hasta que... Mires con atención y en detalle. Hasta que encuentres que todas aquellas figuras claras, luminosas proyectan una sombra tanto o más oscura que aquella en la que te ves inmerso. Sus sombras las siguen adonde vayan, siempre por detrás, y sin embargo ellas tienen tanta luz. Se las ve jugueteando, disfrutando, siempre cargando con esas sombras de su pasado. Algunas caen, su sombra apenas si crece un poquito, y vuelven a levantarse.
Dirigíte hacia la luz, no le temas. Permitíte envolver, abrazar por ella. Que te libere, no te ates a tus errores, ellos se atarán a vos. De todos modos cargarás con ellos, siempre a tus espaldas como parte de tu pasado. Pero no de tu presente ni de tu futuro. Un paso, sólo un paso más, sin miedo. Dejá que la luz acaricie cada punto de tu piel y arranque esa capa de oscuridad que tan dócilmente permitiste que te atrapara. De a poco, empezás a sentir calidez y a ver claridad. Tus ojos brillan ¿Recordás la última vez que tus ojos brillaron así? Mirá hacia atrás. Tu sombra. Sólo vela para conocerla y evitar agrandarla más. No la hagas tu amiga ni tu enemiga, no le escapes ni la abraces. Se encuentra en el lugar que debe tener. Mirála con algo de rigidez y algo de piedad. Es horrible, pero te hace humano.
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Aceptá tus errores tal como lo que son: Errores. Todos los cometemos y cargamos con ellos. Pero forman parte de un pasado que evitaremos repetir a partir de conocerlos, no hay necesidad de vivir bajo su sombra un presente y futuro agonizante.
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