Dormido bajo la capa de la rutina sofocado bajo las cenizas de las preocupaciones inútiles yace , en ocasiones, el amor. Basta un soplo, uno solamente de una fértil y tierna imaginación aún un gesto de cariño auténtico para despertarlo de su sopor. Se reavivan las brasas esparcidas por las calles por los parques y las plazas y late de nuevo el corazón.
Texto agregado el 22-09-2011, y leído por 201 visitantes. (5 votos)