Con una honesta rosa blanca, pido tu perdón, para limpiarte con sus pétalos, el pasado que nos unió. No ensucies sus bordes, que no fue ningún error, sólo un momento, placentero entre los dos.
Tus principios deben mantenerse, fuertes entre tus paredes, más no te quieras privar, de las bondades de la intimidad. Tu sabrás, que camino llevar, pero yo, como tu amante, sólo te quiero ayudar.
Ahora eres capitán, de un mar que ya conocerás, pero su rumbo es incierto, eso tú no lo decidirás. Conoces nuestras fallas, también nuestras trabas, conoces mis miradas, pero poco mis andadas.
Espero que estas flores, canten a tus temores,
para aliviarte de mis males, que me provocan unos peores. Mi intención nunca fue dañarte, mucho menos enfadarte, sólo poder curarnos, y de actos prohibidos, depende del cómo expresarnos. |