LA CABAÑA DEL VALLE
EL RANCHO DEL OESTE
LA CABAÑA DEL OESTE
¿CABALLO?
ARTURO
La cabaña estaba enclavada en el verde valle; que rodeado de montañas, ofrecía generoso sus pastos silvestres y potreros sembrados con forrajes, para los caballos pura sangre de carreras, que allí se criaban. Se llamaba La Cabaña del Valle
Eduardo, además de criador era un cuidador de caballos, no solo los vendía, sino que con cada uno se dedicaba a enseñarle y entrenarlo, lo mejor que sabía; cuando veía un caballo que tenía condiciones le dedicaba más que “su tiempo”, le dedicaba “su vida”.
Así había conseguido caballos que por el origen de sus padres y el entrenamiento, superaron sus expectativas.Corrieron en los lugares más exigentes del mundo y ganaron; hasta en el desierto corrieron. Tenía una yegua de color zaino oscuro, con reflejos dorados, tirando a negro, venía de una herencia genética insuperable y ella misma había ganado todos los premios importantes que por esa época se corrían.
Se la quisieron comprar, les dijo:
…¡No la Negra es para cría ¡
Cuando consiguió el padre que quería, por todas las cualidades que el buscaba, le sacó cría; tratando que naciera en la primavera, como se estila en el valle.
Tenía muchos Boxes, para todos los caballos en el invierno, pero el más grande y con mejor aire y luz era para la Negra. Al llegar la primavera, la Negra tuvo cría; un potrillo, parecido a ella pero más cabezón, muy lindo para ser un macho, se veía que sería muy alto y de físico grande como su padre: Desalmado. Este era un caballo importado que había ganado premios internacionales importantes y lo habían traído como reproductor a una cabaña reconocida por sus excelentes ejemplares.
El nombre que le dieron, al potrillo, fue un tanto extraño, para un caballo, le pusieron uno que más parecía el de un ser humano: “Arturo del Valle”.
A medida que Arturo iba creciendo, más lindo se ponía, y Eduardo le dedicaba la máxima atención, veía por los ojos de Arturo; era un potrillo hermoso, al que había criado con los mejores alimentos, complejos vitamínicos y vacunas. Se pasaba con él gran parte del día enseñándole cosas. Igual que un perro obedecía órdenes: ¡”Sentado”!, Arturo se sentaba sobre su cola con las dos manos adelante; si le decía: ¡”Arriba”! se levantaba. Más dedicación imposible, desde chiquito aprendió a comer granos y de vez en cuando un terrón de azúcar, para premiarlo por algo bueno; uno solo apenas porque si le daba más, le explicaba Eduardo, se pondría malo con tal de conseguirlo. (Mordería y patearía). Arturo escuchaba atentamente todo lo que le decía Eduardo.
Una mañana llegó Eduardo a la cuadra y pasó por enfrente del box de Arturo; y al pasar le dijo:
¡Hola Arturo!
Y Arturo le contestó:
¡Hola Eduardo!
Eduardo se sorprendió y pensó que alguno de los encargados de darles de comer a los caballos estaba con Arturo y su mama. No lo verificó y siguió caminado; le sorprendería que un caballo hablara y no pasó por su imaginación que Arturo lo hiciera.
Al cumplir el año, Arturo se tuvo que separar de su mama; ésta esperaba al hermano que estaba por llegar. Cuando lo dejaron solo, en el box de al lado, Arturo pegó un grito:
¡Quiero ir con mi mama!
Eduardo alcanzó a escuchar unas palabras gangosas y no identificó a ninguno de los empleados que cuidaban los caballos. Se quedó esta vez dudando quien sería el que dijo eso; pero como había peones en la cuadra, no le dio importancia al asunto.
Los caballos en la primavera estaban de día sueltos en el valle y Arturo con su mama, estaban solos en el mejor potrero cultivado que tenía la cabaña. Eduardo lo empezó a pasear de tiro con otro caballo, a la mañana antes de largarlo al campo; un día que habían galopado más de lo acostumbrado Eduardo escucha que alguien de atrás, con voz gangosa, le dice:
¡Estoy cansado!
Se da vuelta y ve que Arturo repite.
¡Estoy cansado!
¡No hay dudas, es Arturo el que habla!
Repuesto de su asombro, se baja del caballo con el que llevaba de tiro a Arturo, y dirigiéndose a él, le dice:
¿Cómo que estas cansado?, si tienes un año y medio y debes entrenarte para la carrera de los dos años.
¡Ya lo sé y estaré en plena forma para esa fecha, no lo dudes!
Cuando Eduardo volvía al tranco, hacia los boxes, se preguntaba a si mismo: ¿Que pensará este caballo que habla y se dirige a mí diciéndome lo que debo hacer con él?
Los próximos días los dedicó para saber cual era el grado de desenvolvimiento de Arturo, se los pasó hablando con él y
…¡Oh sorpresa!
Descubrió que en muchas cosas pensaban igual; como si fuera en realidad un hijo de él.
Corrió la carrera de Potrillos Debutantes de dos años; ningún potrillo había corrido esa distancia en tan poco tiempo. Arturo desde el comienzo pintaba para crac.
A medida que pasaban las carreras y Arturo siguió ganando, fueron a correr a los hipódromos más grandes del país; y en una de esas giras Arturo, antes de una carrera muy importante le dijo:
¡Eduardo, te quiero proponer un trato!:
…¡En el futuro el valor de los premios lo dividimos por tres. Uno para vos, otro para gastos y la tercera parte para mi.Yo me esmeraré y entrenare lo mejor posible!.
Así lo hicieron, el trato fue justo, ya que Eduardo y Arturo ganaron muchísimo dinero, corriendo no solo en hipódromos sino también cuadreras por valores muy altos.
Después de haber ganado todos los grandes premios y en todos los hipódromos, incluidas carreras en Brasil y en el famoso hipódromo de Uruguay, la fama de Arturo superó las fronteras y lo invitaron especialmente a correr la triple corona del País Del Norte.
Como no podía ser de otra manera Arturo ganó los dos primeros grandes premios de la triple corona y se presentaba en Nueva York para recibir la coronación, era el favorito, y estaba muy jugado, diría que toda la gente al único que había apostado era a Arturo.
Los caballos se presentan antes de la carrera desmontados y luego de tiro montados con el palafrenero, lo llevan delante de los palcos, para por último ir al partidor.
La presentación de Arturo desmontado fue deslumbrante, si alguno no lo había jugado al verlo fue y lo jugó. Al llegar el palafrenero montado en una yegua alazana, lo tomó a Arturo para llevarlo delante del palco; la reacción de Arturo al ver la yegua fue de asombro y le dijo en voz alta:
¡Que linda eres! , rubia y de ojos azules.
¿De donde eres?
¡Soy del Rancho del Valle!
¡Oh eres mi vecina, de Argentina!
Estaban conversando, sin darse cuenta como lo más natural y en voz alta; El palafrenero lo tironeo y Arturo salió detrás de el, rumbo al palco, pasaron al tranco y la gente lo aplaudía, era el favorito, Arturo no podía creer lo que veía, delante de él.
¡Tan linda que era la zaina; se había enamorado de solo verla!
Volvieron al galope y la gente deliraba al verlo extenderse en un galope largo.
Fueron hacia los partidores, el estárter dio la orden:
¡Entren a las gateras!
Y de uno en uno fueron entrando, el último era Arturo; al llegar su turno no entraba y la yegua zaina se alejaba fuera de la pista; se quedó mirando, debía decidir o entraba o se iba detrás de ella. La triple corona o la yegua y Arturo decidió:
¡Al final era un animal!
JORGE EDUARDO
2009-09-27
LA PLATA
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