NUESTRA PACHAMAMA
La Pachamama está llena de colores, nada mejor para representarla que los trazos de un paisaje de historias, de personajes pintados de verde.
En su seno se mece y se acuesta un rojo intenso de tierra, que perdiendo el control de su brocha, con el viento y el azul del cielo, van formando, al extenderse, una escalera cromática de beiges, de ocres... de tierra. Reflejando un espejo de colores que al recibir la luz, en gritos, ¡estalla!
La Pachamama se mece escuchando la música que la luna le canta. Schusss, y en secreto, cuando llega la noche, y las sombras avanzan, de sol tostada, dejando deslizar los dedos de luna por su espalda ¡ danza la sonata del agua! moviendo su cancán de mares, revolcando su caudal de ríos y empapando su cuerpo, va arrugando con areniscas y piedras de vida su manto.
La Pachamama alumbra su noche con una estela de estrellas, colgadas de un cielo que traspasa la negrura perenne. Y cuando el Sol se asoma, barriendo la ceguera de sombras, de amor empapada, echa al aire un campaneo de trinos, colgándose de las ramas que de su vida brotan; retándole de aromas al aliento del viento, para que la savia de su sangre, de nuevo, se bañe de luz y esperanza.
La Pachamama no habla, con las yemas de sus dedos, al escribirse ¡ama!
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