Entre las macetas descoloridas de mi jardín encontré una, dos, tres, cuatro mariposas que corrían alegremente. Una de ellas al ver que la observaba detenidamente giro sobre sus alas como si tuviese un vestido acampanado y al compás de una suave música batiendo sus alas sonrió .Las demás siguieron corriendo , se empujaban y se enredaban entre las hojas .
Yo estaba sorprendidísima, nunca había visto cosa así…de golpe sentí sobre mi espalda y mis brazos correr centenares de mariposas de todos los tamaños y colores, solo había experimentado una sensación similar nunca igual en mi viaje a Cataratas.
Las pobres mariposas se chocaban una con otras porque no tenían espacio para moverse solo daba las ordenes al resto que las mariposas no corren…vuelan. Sin embargo no parecían escucharla, Mis brazos y mis dedos estaban cubiertos de polvillo blanco que brillaba y brillaba. No tenía ninguna explicación sobre el hecho que estaba presenciando…camine lentamente hacia mi biblioteca , con sumo cuidado, intente tomar un libro que tenia pocas hojas y algunas tan amarillentas que casi no se podía leer .Tome como pude mis lentes esquivando , a las bellas entre mis dedos .
Abrí el libro , mire de reojo una de las hojas y después otra hasta que pude leer entrecortado que en el mundo de las hadas existen variedad de mariposas , algunas despistadas y obsecuentes que no hicieron el aprendizaje de volar ¡Por eso estas no lo hacían ¡
Sin embargo mientras leía escuche una suave vos que salía como un murmullo. ¿Adelante , despacio compañeras ¡ ¡Posición de alas arriba ¡¿Qué el viento nos ayude a todas ¡ ¡Aspiremos el aire y lancémonos a volar ¡ Nadie la escucho , ellas seguían corriendo ahora entre mis manos y mis piernas . Yo quería ayudarlas, pero era en vano.
Me sorprendió que con gran esfuerzo una lo intento y el resto la miro sin dejar de moverse.
Al cabo de unos minutos , la gran dama , así le puse yo , dijo ahora en voz alta ¡Adelante compañeras ¡ ¡Arriba un , dos ,tres ¡
Y mi jardín se lleno de mariposas todas de colores que volaban y bailoteaban al compás de mi música preferida.
Me fui esa noche a dormir y pensé en ellas, ahora habían aprendido la lección de volar y yo me sentía la mujer mas maravillada de la tierra por haber presenciado ese regalo de la naturaleza.