Aquí de nuevo después de varios años, porque es un placer compartir y un placer descubrir.
Con un poquito más de experiencia y alguna que otra herida pero con la misma ilusión de siempre.
Siento como sienten los peces,
sin un ápice de memoria, ni sentido común; con un dejarme llevar extraño, un fluir incoherente y turbio que me arrastra a la deriva.
Siento frío, vacío, inquietud, insolencia. Siento un hambriento salvajismo arrollando mis entrañas.
Quiero beber a sorbos lentos y precisos tu mirada. Que tu cuerpo abrase mi tacto, que tus labios me inviten al húmedo festín de promesas y caricias. Que tu corazón explote, que la respiración, entrecortada, se estremezca y acelere despacio.
Que mis manos y mi boca no puedan contenerse, que mis besos persigan en el aire el fantasma de tu aliento, que el impío deseo desentierre tu voz en el silencio.
Y mis sentidos desgarren tu piel... y mis caricias penetren tu alma; emborrachar tu ternura de doloroso placer, sucumbir al dulce engaño, pretender que el frenético impulso de la vida se meza despacio entre tu cuerpo y el mío, se balancee estancado en un instante infinito…
Y se derrumben los pilares del sueño, y nos golpee el hilarante torbellino de la vida, y nos envuelva la oscuridad, repentina y audaz, en un solo cuerpo…
Y en la mañana comprobar que ya no existes, que nunca fuiste, que mi alma yace a solas con tu ausencia, y no merece más que eso. |