En las horas más usuales de mi vida, me detengo compasiva a contemplarte. Como el niño cruel que juega que hace arte y tortura con punzón un ave muerta. Te llevo en la mochila de mis sueños, y recorro la playa en tu recuerdo. Tu espíritu indomable me complace, así te observo alejarte. Te contemplo.
Texto agregado el 08-09-2011, y leído por 201 visitantes. (6 votos)