Sobre el amor y tú
Cuando el amor va al precipicio no hay milagro que lo salve.
Y es que el amor anda así, vestido con el cristal más frágil y susceptible:
sólo basta que lo empañen unas manos para que se haga añicos,
para que se pulverice, se haga humo en espiral
y vaya a formar parte del viento que con su paso nos toca el rostro,
nos sonríe y sigue su camino para no volver.
el amor no se salva:
cuando de nosotros brota el veneno no hay antídoto que valga.
Sin embargo, si frágil es, también complejo.
Digamos que el amor es día que no vuelve,
huellas que se dejan al andar y allí se quedan.
Digamos que también es ciclo que se repite en otros rostros/cuerpos,
en posteriores primaveras, en nuevos bríos;
no sé, algo así como viento que resurge, como ilusión muerta renovada.
Y es por eso que sé que existes.
Te siento ahí
al acecho.
Sé que existe
para sacudirme los incrustados cristales que aún llevo en el cuerpo.
Estás ahí
no sé en qué espacio, en qué tiempo,
pero sé que estás.
Sé que existes
y cuando llegues tendré las manos limpias,
no te dejaré caer al precipicio,
no serás más metamorfosis,
no más metáfora
y cuando llegues te quedarás en mí.
Sé que existes
y no quiero ser más puente de aves hacia el viento,
no quiero más golondrina ni gaviota,
te quiero a ti hecha mujer
para quedarte.
Cuando el amor va al precipicio no hay milagro que lo salve.
Y es que el amor anda así, vestido con el cristal más frágil y susceptible:
sólo basta que lo empañen unas manos para que se haga añicos,
para que se pulverice, se haga humo en espiral
y vaya a formar parte del viento que con su paso nos toca el rostro,
nos sonríe y sigue su camino para no volver.
el amor no se salva:
cuando de nosotros brota el veneno no hay antídoto que valga.
Sin embargo, si frágil es, también complejo.
Digamos que el amor es día que no vuelve,
huellas que se dejan al andar y allí se quedan.
Digamos que también es ciclo que se repite en otros rostros/cuerpos,
en posteriores primaveras, en nuevos bríos;
no sé, algo así como viento que resurge, como ilusión muerta renovada.
Y es por eso que sé que existes.
Te siento ahí
al acecho.
Sé que existe
para sacudirme los incrustados cristales que aún llevo en el cuerpo.
Estás ahí
no sé en qué espacio, en qué tiempo,
pero sé que estás.
Sé que existes
y cuando llegues tendré las manos limpias,
no te dejaré caer al precipicio,
no serás más metamorfosis,
no más metáfora
y cuando llegues te quedarás en mí.
Sé que existes
y no quiero ser más puente de aves hacia el viento,
no quiero más golondrina ni gaviota,
te quiero a ti hecha mujer
para quedarte.
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