Tijuana BC Sep.2011. Notas de un concierto.
Reflexiones a un éxito de Jean Claude Borely, DOLANNES MELODY (Flauta de Pan)
La perfección echa melodía...
La flauta, un instrumento peligroso, pues no se dobla, tampoco se doblega.
Es estúpido quien sigue a un flautista, aunque más estúpido quien no le escucha.
La música de flauta es una puerta que rechina al abrirse, pasos discretos en una habitación vacía.
La flauta, ambiciona ser una trompeta angelical, un heraldo del fin del mundo.
El flautista, hipnotiza, hace de quien le escucha, un niño más de Hamelin.
Es el loco de la esquina, el que dice todo sin medias tintas.
Todo flautista, es un encantador de serpientes.
La flauta es un báculo, no sigue a otros, dirige el desfile, tiene nostalgia del bambú y sueños de agua quieta.
Es una voz jadeante, un sonido gutural, es un silbato con delirios de grandeza, sonido asimétrico que rechina, que vocifera hasta el límite, que es libre de principio a fin.
Y lo mejor de ese sonido, es que exige al escucharlo, que también lo seamos, que también rompamos normas, que salgamos de lo convencional.
En general, las flautas padecen de anorexia.
Resuenan, resuellan, reflejan nuestros males y dolencias, nuestra capacidad de respirar en la lucha del mundo.
La flauta ladra para atrapar nuestra atención, para ser tomada en cuenta.
Es una sed de vientos, un hambre de turbulencias.
Quienes la escuchamos, no somos su público, somos sus terapeutas.
El flautista, es un trovador sin palabras, un bardo sin versos.
A la flauta, le gusta pelear por lo que exhala, es un laberinto de sonidos, un largo túnel con infinitas salidas.
Otras ocasiones, es un largo silencio, una pausa.
El flautista, es un chamán en su ritual de vientos encontrados en su cueva de disonancias.
La flauta delata su presencia con ruidos leves, como un ratón en la oscuridad, como un fantasma entre las paredes.
La flauta, está harta de ser dulce.
Seduce lo mismo a las ratas que a los seres humanos, ¿coincidencia o incongruencia?
El flautista, no pide comprensión para su arte, lo que pide es devoción atenta y concentrada.
Sea verbo o adjetivo, la flauta bufa.
Es un arma peligrosa el cuerpo del delito, suspira, susurra, serpentea.
Sabe hincar su sonido donde más duele.
Es una corriente de aire en pleno incendio, un fuelle frente al horno.
La flauta no induce, persigue al oyente, lo acorrala, lo asalta.
Desde BC, mi rincón existencial, donde concluyo que: el sonido de la flauta, no es la música de la claridad, es la música de la clarividencia.
Aunque, pensándolo bien, con respirar basta, pues no se requiere una flauta para eso.
Andrea Guadalupe.
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