uno estaba encima del otro... no, no eran amantes, ni homosexuales... tan solo eran muchachos jugando a ser hombres... luego de estar más de dos horas sentado mirándoles jugar decidí irme de aquel lugar... di un paso solido, luego apuré el resto de todos los demás hasta llegar a un lugar que llamó mi atención... habían chicas muy lindas y bastantes jóvenes... entré y busqué un lugar para sentarme... todo fluía como el río a la mar cuando volví a ver a los dos muchachos uno encima del otro... ¿qué estarán haciendo?, pensé... ellos dejaron de jugar y se acercaron hasta donde estaba sentado... ¿qué estás pensando?, preguntaron al mismo tiempo, como si fuera un coro... les mentí y ellos entendieron que mentía... salieron del lugar y durante todo el rato que estuve en aquel lugar precioso pensé en aquellos muchachos... pasaron las horas hasta quedar solo en aquel lugar, todos habían salido... me paré y luego de pagar mi consumo de una botella de vino, salí a la calle rumbo a otro lugar que atrajera mi pasión y atención... caminé por horas y luego de pasar por la entrada de un cine vi una casa llena de gente hermosa, riendo, bailando, jugando o algo parecido... caminé hasta llegar a ese coso y entré... todos eran my jóvenes y bailaban como si estuvieran borrachos... busqué una silla y me senté... ¿quién le ha invitado?, preguntó uno de los muchachos que jugaban uno encima del otro... quise preguntarles qué hacían allí pero decidí callar... ellos se rieron de mi cara... seguramente estaba más loco que ellos... se fueron o perdieron en medio de aquella fiesta... pasaron las horas y todos se fueron hasta quedar tan solo la música y yo... me paré y salí de aquella casa... caminé y cuando estaba por cruzar la calle, un auto se detuvo ante mí... era una pareja... la puerta se abrió y escuché una voz conocida... entra, dijo... entré y vi a los dos muchachos en la parte delantera del auto, jugando a lo mismo, uno encima del otro... un hombre les dijo que manejaran, que dejasen de jugar... el auto empezó a moverse hasta salir de la ciudad, luego, vi que los dos muchachos salían del auto casi en medio de la carretera... maneja me dijo el hombre... pasé adelante y manejé y manejé hasta salir de aquel lugar tan conocido por mí... seguiría escribiendo esto, pero no podría dejar de escribir... tan solo lo dejo como que llegamos a un pueblo y me dejaron sin razón alguna... toda la gente de aquel pueblo, salió y con una sonrisa dijeron: ¡señor!... cientos de niños corrieron hasta rodearme, abrazándome hasta sentir que estaba en el cielo... cerré los ojos y me puse a llorar de tanta felicidad... luego, sin razón alguna lloré y lloré hasta que todos los niños desaparecieron como el humo de un cigarro... y, allí estaba yo, sentado en mi cuarto, frente a un cuadro hermoso, con un lápiz en la mano y ciento de hojas en blanco, listas para llenarlas de garabatos o poemas...