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Tijuana BC Sep. 2011. Utopía fronteriza de culturas mixtas.
Las calles de cemento reventado no soportan tantos pasos ahora, algunas personas encerradas en sus casas, platican de los eventos violentos que se comentan en la televisión.
He vuelto este fin de semana de la zona árida, desértica en que me toco laborar.
Paisaje_espacio_lugar donde el gran silencio_soledad_desesperación_vacio, se ha ido llenando de sueños e historias.
Viajo en mí pick up, me detiene un semáforo en rojo.
Estoy entretenida con mis pensamientos, de repente, notó la figura de un anciano que avanza entre los autos arrastrando su pierna izquierda.
Bajo el brazo, lleva incansablemente los periódicos, en otra mano, un vaso de platico con el que mendiga monedas, no justicia, no espera mucho.
Se detuvo frente a un vehículo, le intento vender al conductor un diario.
Obtuvo un no por respuesta, una bofetada de aire le arrebato de la mano su periódico, cayo al suelo y sus hojas desperdigadas, comenzaron a escaparse por entre las llantas de los autos.
El senil hombre, se agacho estirando los brazos para tomar las hojas que se afanaban por continuar su camino.
El semáforo, cambio a verde y los automóviles comenzaron a moverse.
Pensé, no va a tener tiempo para levantarse, sólo una hoja del periódico le hacia falta, el auto se puso en movimiento y en unos segundos, que me parecieron una eternidad, el anciano la alcanzo y se levanto jalando su pierna.
Estoy nuevamente en Tijuana, ciudad fronteriza donde lo rural y lo urbano, los espacios nacionales e internacionales, simultáneamente coexisten en formas complejas y contradictorias.
Utopía fronteriza que amo como a un paraíso perdido, porque en el, se puede ser otra persona, comenzar una nueva vida.
Atrás ha quedado mi tierra natal, Veracruz, sumida en la bruma del recuerdo.
Huella de que todo se desvanece en el aire.
Nostalgia cobijada por los eventos de la infancia, las tardes de lluvias, los campos adornados de verdes lujuriosos, y la costa bordeada por la orilla del mar.
Estelas emocionales que me regresan en el tiempo.
Hago memoria de mis ilusiones y me pregunto si la narrativa nace de un sueño, o los sueños se justifican en la narrativa.
En mi quimera, el mar está frente a mí, y otra vez me pregunto; ¿Por qué las ballenas perdieron las patas y se lanzaron a vivir entre peces?
Y me nace el deseo de ser una sirena con el corazón de fuego.
Sueño reclamante que grita obsesivo mi necesidad de ver de otra manera el universo, soy simplemente una soñadora que se imaginó un mundo...y le tocó vivir en otro.
Despierto aquí, entre el tráfico, el humo de los camiones pasajeros, las calafias, los taxis rojos, y los rostros de quienes han venido peregrinando desde distantes y desconocidos municipios.
Con rostros adormecidos que parecen estar igual que yo, en otro lado.
Quizá, hacia dentro, esperando despertar algún día a la vera de un rio, con un cielo poblado por aves canoras y no telarañas de cables.
Porque las historias de vida, también tienen una geografía.
Rostros de figuras que se han convertido en estatuas vivientes que rondan por las calles de Tijuana.
Como capas, como submundos que se sobre ponen unos a otros, existen distantes realidades que se viven.
De una calle a otra, se reconocen al cholo, al pocho, al junior traficante de drogas, a trabajadores de maquilas, prostitutas, gay, emos, padres de familia, tod@s en movimiento, caminando o en autos de lujo, y en trasportes públicos.
Tijuana es un lugar de enfrentamiento entre lo nómada y lo sedentario, entre quienes pasan y quienes nos quedamos.
Es de quien se detenga un momento frente al semáforo y no se horrorice de cara al caos vial.
De quien sepa respirar en ella y estar de buen ánimo a pesar de las leyendas negras.
El corazón de Tijuana, es un lugar que parece inalcanzable.
Quienes aquí hemos hecho nuestro hogar, nos tonificamos con recuerdos que hablan de ese otro lugar donde la belleza palpita de otra manera.
En las tardes rojizas o nubladas, cuando regreso a Tijuana, mi espíritu, es feliz.
Son horas que me traen evocaciones y noches que se niegan al descanso.
Y pienso que a pesar de la nostalgia, mi historia rechaza el olvido de si misma.
Desde BC, mi rincón existencial, utopía fronteriza de culturas mixtas.
Andrea Guadalupe.

Texto agregado el 05-09-2011, y leído por 270 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
05-09-2011 Me encantó haber leído tu narración. Saludos teresatenorio50
 
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