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El recuerdo está grabado con fuego y hierro en mi memoria. Basta con cerrar los ojos unos segundos y todo aparece ante mí proyectado como una película en tercera dimensión. Tan real, tan palpable y fantástico que nadie me creería.

Todo fue tranquilo y sublime en ese entonces. Era como si viviese en la eternidad con Dios a mi lado, alentándome a cada minuto, mimándome, al igual que un padre susurrando historias a su hijo antes de dormir.

Pero existe algo a lo que no me gusta hacer alusión. Evoco tal período y aún recibo atisbos escalofriantes de incertidumbre por todo el cuerpo, pues, no siempre hubo paz y quietud constantes. Existió un lapso en qué estuve ciego. No sabría decir exactamente cuánto tiempo me hallé en tal estado, aunque fue lo bastante largo como para sentir una soledad abrumadora y extenuante. Horrible.

Después comencé a ver. Al principio era todo borroso pero poco a poco mi visión mejoró. Luego sucedió algo asombroso, inesperado. Sentí que mi cuerpo se agitaba al ritmo de unos ecos vibrantes. Flotaba por los aires y la música que surcaba mis oídos trasladaba mis sentidos a dimensiones desconocidas de una belleza y gozo inimaginables.

Rememorar aquello es hoy en día una especie de catarsis para el espíritu, mí espíritu. Lástima que la reminiscencia de lo vivido es cada vez más débil en la mente de las personas. Y yo… no soy la excepción, también he olvidado detalles. Sin embargo, lo último que sucedió en tan extraño fenómeno es tan asombroso como increíble.

Intuí que iba a desaparecer, que moriría. De un momento a otro el caos reinó por todos lados. La magia y goce se disolvieron en un segundo para mutar a un dolor inhumano. ¡No podía respirar, me ahogaba! Y cuando creí que estaba perdido, pude respirar nuevamente. Aunque no todo terminó ahí. Tuve espasmos, los ojos dolían y el frío se apoderó de mi cuerpo. De pronto el cansancio llegó a rescatarme, como si fuese un ángel guardián. Y en un santiamén caí en un profundo sueño.

Cuando desperté, yacía sobre lo que ahora conozco como mi madre. Ella me amamantaba tiernamente, mientras yo; recuperaba fuerzas para la nueva aventura que estaba por comenzar.

Texto agregado el 02-09-2011, y leído por 300 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
03-09-2011 Buen relato del nacimiento glori
02-09-2011 Un nacer traumático. Luego el calor y el sosiego. Sin duda, así debe ser. Noguera
02-09-2011 Ese tema ya fue trabajado aquí en otro relato reciente. Milcha
 
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