Me cambiaron este día miércoles, pues ahora es viernes. Quisiera saber quién lo hizo y reprocharle su comportamiento, yo no voy por ahí haciendo ese tipo de cosas. Estas cosas no son buenas para el corazón, ni mucho menos para la cabeza. No puedo permitirlo, no son tiempos idóneos para cambiarle a uno los días, espero que aparezca el culpable y que me diga por qué lo hizo. Pedirle también que me devuelva el jueves, que si es preciso lo zurza, sí, lo zurza en donde corresponde, entre el miércoles y el viernes. Oh! Jueves que ha sido de ti, en donde te metieron que mi recuerdo no te recuerda ¡Maldita sea! Sí, no recuerdo el jueves, y ahora el miércoles es viernes. Vaya forma de joderle a uno la vida.
- He tú, el que está parado ahí, ven aquí ¿Qué haces con eso niño?
- ¿Con qué?
- Con eso que tienes ahí.
- Nada.
- ¿Cómo que nada?
- Nada.
- Vamos a ver, eso que tienes ahí es el día miércoles, lo has cambiado por el viernes ¿Sabes del despelote que me has causado?
- Creo que se equivoca señor.
- ¿Qué si me equivoco? ¿Qué si me equivoco?
- Sí.
- Mira niño, no estoy para juegos, dame eso.
- ¿Qué cosa?
- Cómo que qué cosa. Devuélveme el miércoles, bastante jodido estoy como para que me hagan este tipo de bromas. Vamos, dame ya eso.
- Este…
- Este qué!
- Señor, he tenido un mal día, por eso lo he hecho.
- O sea que lo reconoces ¿eh?
- Qué más da, total…
- Cómo qué más da. Mira niño, esas cosas no se hacen, personas como yo se ven muy afectadas por este tipo de cosas, si te contara del desequilibrio que tengo en mi cabeza por lo que has hecho, soy una persona susceptible, al más mínimo cambio el mundo se me viene encima…
- No creo que sea el único…
- ¿Qué has dicho?
- No creo que sea el único señor, debería entenderlo.
- ¿Entenderlo? En este mundo nadie entiende a nadie.
- Entonces lo entiende.
- No me compliques la existencia niño, ya tengo demasiado, no lo entenderías.
- ¿Está seguro?
- Claro que lo estoy ¿cómo no he de estarlo? Encima cuestionas lo que siento. Vaya por Dios!
- No, no, a eso no me refería señor, lo que quería decir es si ud. está seguro que soy un niño.
- Sólo a un niño se le ocurren estas cosas.
- Pero es usté y sólo usté quien lo piensa ¿Me puede decir qué hace con esa tijera en las manos?
- ¿Cuál?
- La que acaba de esconder.
- Nada.
- No me venga con tonterías. Confiéselo. Es usté quien hizo lo que hizo. El niño es ud.
- Yo…
- Vamos, confiéselo, lo sabe, el miércoles está en sus manos, no en las mías, no se engañe. Comience a recordar.
- El día parecía tan bonito, no había una nube en el aire, tuve un buen dormir, cosa que no suele ser habitual, me sentía vivo, tan vivo como ese sol que nos alumbra, es otra cosa que no suele ser habitual, pero es que esta vida tiene tantos reveces, tantos giros, que de pronto ese día tan bonito se nubló y ya no lo pude soportar, de verdad que se hizo desagradable, perturbador, triste, una noche sin estrellas, una nube a mi alrededor. Tomé la tijera y corté el día, sí, ahora lo recuerdo.
- Pero señor ¿Por qué no cortar simplemente el miércoles y dejar el jueves?
- Porque el jueves es el mañana y es algo que no quiero enfrentar.
- Y el viernes ¿no es también el mañana? Su suspiro lo dice todo.
- Lo sé, es totalmente inevitable.
- Lo es.
- Creo que tengo que dejarte niño. Tengo algo que hacer.
- A la vuelta hay una mercería señor, allí encontrará lo que necesita, ya me entiende.
- Sí, te entiendo, pero debo confesarte que no me es fácil, tantas cosas pasan… espero haya un hilo resistente.
- Seguro que lo hay, y si no, algún día lo encontrará.
- Que así sea niño, que así sea. |