Era una tarde como cualquiera otra, con el mismo e incesante dolor de garganta y la misma maldita soledad de todos los dias, la desgana no se hacia esperar y mucho menos la desesperanza que esta tras cada paso que doy, tras cada árbol que mueve el viento y delante de cada mirada.
bajaste de tu nube, y senti que esa desgana, esa desesperanza nunca existieron, nunca fueron o anduvieron tras de mi cadaver, fue un jarabe para mi garganta y un amigo para mi soledad, que en ese momento se convirtió en un niño jugando con una marioneta.
pareciamos dos personas recién conocidas, ó mejor aún recién encontradas. tu mirada no buscaba otra cosa que no fuera la mia, y la mia (que estaba extraviada en no se que rincon de tu cuerpo) burlaba cualquier cosa que no fuera la tuya. Ese dia morí, morimos y nos rescatamos el uno al otro, yo no estaba contigo y mucho menos conmigo, y tu no eras tu sino los dos, el cansancio, el sudor y los jadéos eran sintomas de la pérdida de nosotros por nosotros.
Sin más y por desgracia volvimos al mundo de los muertos, donde mis soledad ya no era un niño, sino una puta obesa, y en donde estas conmigo, aunque sea unas horas. Me gustaria volver a no ser yo, ni mucho menos saber de mi, regresar a la virtud donde tu y yo somos uno, somos ninguno, desearia no tener que preocuparme otra vez por mi garganta, no escribir más, no saber más, no estar solo más.
Que dia tan perfécto, me alegra haberlo pasado contigo. |