Interacción Intercorporal
O la demostración patológica del amor.
El filo entra lentamente entre la piel y las esencias comienzan a fluir. La motricidad fina del operador era incomparable, la manera en que manejaba aquel escalpelo era como la ejecución de una perfecta caligrafía.
Mientras las carnes se separaban, el metal colisionaba con una gruesa capa ósea. Supo que era tiempo de aplicar mayor fuerza, e hizo entrar en trabajo a una herramienta personalizada de su propio diseño y creación.
Dos grandes tenazas se aferraron fuertemente a ambas partes del torso abierto, respectivamente, y fueron jaladas opuestamente por los fuertes brazos del obrador. El sonido de los huesos quebrándose por la fuerza aplicada, hacía un eco en la cámara donde se encontraban, un eco que era música llena de técnica y virtuosismo dentro de los oídos del cauteloso ejecutor.
Con la cavidad toráxica una vez abierta, procedió a la evisceración, tomando cuidadosamente cada parte importante del cuerpo, depositando cada una en recipientes individuales, propiamente preparados. Era un ritual metódico, la obertura de una sinfonía hematofílica.
Cuando el área estuvo limpia de todo órgano, el especialista procedió a realizar el acto final. En un acto de amor obsesivo, besó los pálidos labios del cadáver, y le susurró palabras desconocidas. Seguidamente, comenzó la interacción intercorporal, y el hombre se introdujo dentro de las abiertas costillas, hasta el punto en el que la resistencia de aquellas astas de hueso precariamente podía soportarlo.
Allí, se durmió profundamente, con una sonrisa demencial. Había terminado su obra maestra, al fin estaba dentro de ella. |