Misterio espacial: Esta imagen de Iapetus, la luna de Saturno, tomada por la sonda Cassini, muestra un hemisferio oscuro y otro claro. Los científicos aún no saben por qué se dan estas variaciones de color, que no dependen de la luz.(*)
Y aparece una fotografía de Iapetus con una gran sombra que abarca casi el 80 % de su superficie, y un borde luminoso, como una luna nuestra en cuarto menguante.
Los científicos se han quedado sin respuesta frente a una sombra no provocada por la luz de algún astro, o reflejada por otro cuerpo celeste.
Se percibe a esa sombra como una pátina mohosa, cuya oscuridad se viene apoderando del satélite de Saturno.
¿Se va apoderando de su superficie? ¿O es una sombra interna que surge y ya aparece allí, a flor de piel, con su opaco designio?
Los científicos, con los ojos puestos en la esfera celeste, desconocen lo que cualquier terrestre con los pies y los ojos sobre la tierra percibe hasta el hartazgo con el transcurso cotidiano de los días y sus noches. Los átomos y moléculas que le sostienen en pie conocen hasta la saciedad el origen de los “claroscuros” interiores, saben de ellos como de sus uniones, co o electrovalentes, están tan habituados a la oscuridad helada de las sensaciones de absoluta oquedad, al vacío interior que deja sin habla, al espacio sideral entre uniones y cópulas, que no podrían asombrarse por lo que muestra el misterioso Iapetus.
Que una luna de Saturno posea similar devenir que los seres humanos que deambulamos por este planeta, debería regocijarnos. La “solidaridad” planetaria no sería entonces una ficción, y el “no estamos solos”, una evidente realidad.
Claroscuros planetarios:
Una muestra más de que el sentido de las cosas radica en el presente. Y que las preguntas, la mayoría, carecen de respuesta.
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Nota: A vuelta de página, el mismo diario (*) saca una entrevista con la escritora Luisa Valenzuela, a raíz de la reciente publicación en nuestro país de su novela "Cambio de armas". Y publica un fragmento que transcribo:
"Las sombras se le venían encima, opacándolo todo como papel manteca. Y después, la rebeldía: lucha a muerte contra las sombras, lucha inútil porque ellas ganarán si quieren. Y si no quieren ¿de qué vale en triunfo?"
"Solemos creer que para combatir las sombras se requiere más luz, pero al intensificar las luces sólo se logra intensificar la sombra. Sólo la oscuridad mata las sombras, esto es lo intolerable".
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(*) La Nación de Buenos Aires, Ciencia; Cultura. martes 20 de julio de 2004.
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