Mi vida ya no es nada sin ti,
y a pesar de que nunca creí
que volvería a amar,
te amé sin saberlo
odiando tus surcos,
y tus ojos cansados.

Pero como puedes ver
ganaste la apuesta,
tú puedes estar
en los brazos de cualquiera,
pero nunca estarás en los míos.

Así que ahora cualquier beso
me servirá para acariciar
cualquier rostro
que no sea el tuyo.

Las lágrimas caen por mi rostro cansado
ya no tengo la belleza
ni la juventud de antes,
pero tengo el coraje y la fortaleza
de haber dado todo por ti.


Adiós mi último y estúpido hombre
que tu felicidad y tu falsedad
sean la daga que termine
de asesinar mi rasgado corazón.

Para que nunca más
pueda latir tan fuerte
y como sea tan cínico
pueda ser amado esta vez.