La terrenal representante de la luna,
en su cotidiano camino de ofrecer,
lleva sobre si, algún suspiro y recuerdos
de muchos existires, (todos sin ataduras)
en pasos mansos, estridentes y alegres.
Por sapiencia, sabe tanto de la nada,
que un día cualquiera le treparán alas.
Como estrella fugaz del sin sentido,
los vientos que corren le aconsejan
"es tiempo de tener nuestro lugar”.
Descubre los veinte años que transita,
tratando de controlar sus añoranzas,
conociendo a todos, de obrero a propietario.
Se derrumba su palacio de novedades
en lo difícil, de lo difícil que es llevar
las relaciones humanas sin sentir.
Hoy solo quiere serenar y desahogarse,
correr escapando del habitual absurdo,
quitar los tipos azules y prejuicios oscuros.
Sin tener que pasar noche a la intemperie
despertar mañana, domingo si es posible,
y poder tener respuestas a la pregunta,
infantil y asombrada, sobre lo que ha hecho.
Poder desayunar con jugos de naranjas
y decirse: “todo va pesimamente mejor
pero ahora, estoy viviendo, felizmente". |