Poco y mal se habla de ellos. De nosotros. De ustedes.
Indignados estábamos todos los habitantes de este país de necios gobernantes, de acordes ancianos y de adormilados jóvenes. Empachados de tanta construcción fraudulenta, de tanto discurso preparado y pactado, de tanto caciquismo, de tanta sotana púrpura, de tanta corona brillante… Cabreados por una proporcionada corrupción mañanera…en periódicos, en diales de radio, en Internet, en la calle, en el mercado, hasta en nuestros sueños.
Y ahora que ellos, ustedes, nosotros hemos despertado, ahora, poco y mal hablan de ellos, de ustedes, de nosotros.
Ya no estamos indignados, ahora estamos decididos a detonar la trama de los que nos permitir votar, de los que piensan que nos engañan, de los que nos bendicen desde carrozas de oro y marfil.
Mucho habrá que trabajar para cambiar la libertad, la igualdad y la fraternidad inventada por la cristiandad, por aquellas otras virtudes que permitan a los hombres de buena voluntad alcanzar el reino de los cielos, porque su gloria, hoy por hoy, es sinónimo de nuestro infierno.
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