Paro nacional

Nerviosismo, inquietud, ansiedad
La calle esta convulsa, la ciudad expectante
Como en la selva, se escuchan gritos que nadie entiende
Y entre aullidos cacareos y silbidos
Al ritmo del tam tam que alguien golpea
Los monos bailan, un ritmo que nadie entiende.

Sobre la calle, arriba del cuarto piso
A través del ventanal de la oficina alfombrada
Un carcamal melenudo convencido que domina
Mira caer el orden, la normalidad, la paz
Convencido que está ganando
Ciego de egolatría lo único que ha logrado
Es contaminar con discursos añejos
Ríos cristalinos de savia nueva.

Mientras en el Olimpo los dioses
Ven con indiferencia el juego de la democracia
Que permite al que no tiene, pedir lo que no le darán
Porque donde tienen sus mansiones
No llega el olor a gas de la rebeldía
Sus calles no se ensucian con escombros de frustración
Porque ni siquiera sus gimnasios sufren con el apagón
En el Olimpo está asegurado el pan de cada día.