Mi hogar es mi refugio, mi lugar, aunque da, en apariencia, como una etérea, vaga tristeza imprecisa; es más, la primera impresión es de vacío, de nostalgia, de añoranza; nada más desacertado, él alberga muchos sueños cumplidos y los que aún están pendientes y por cumplir...
Contiene, abraza, guarda con celo tantas reminiscencias; amores inolvidables, imborrables; hasta aromas característicos que actúan como detonantes que hacen que afloren a la memoria los recuerdos; incluso las voces, las risas, las canciones, los cumpleaños, los abrazos, las alegrías, !los llantos! y hasta las despedidas basadas en el principio anticipatorio de los ansiados y cercanos o distantes reencuentros con los queridos y extrañados integrantes de la familia, que a lo mejor hoy no se encuentran físicamente,
aunque sí unidos y presentes a pesar de la distancia, por los lazos intangibles e inquebrantables de los afectos...
No hay ningún lugar en el mundo mejor ni más protector que mi casa...
"Hogar dulce hogar"
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El hogar es la simiente de cada familia, con cultura propia; allí se siembra, se cultivan las relaciones humanas con dedicación, con esfuerzo, con cariño, se enseñan los preceptos; ideales, acatamiento y autonomía; lealtad e independencia; optativo u obligatorio. El hogar es interior, indulgente, íntimo, seguro. Único.
También puede llegar a ser aprisionante, asfixiante o aburrido por distintas causas, o limitado por deberes y obligaciones...
Es notorio y evidente el marcado contraste entre el hogar y el mundo real.
El mundo real, con el que tenemos que enfrentarnos cada día, el de nuestra puerta para afuera, es competitivo, exigente, indolente...
Por eso y por muchas otras cosas, cuidemos nuestro hogar...
Nota: Tan sólo, es una reflexión... |