Un buen día, una caravana perdida, se acerca a la entrada del pueblo. Se les brinda alojamiento, sólo con la condición que deberían retirarse en el transcurso de la mañana.
Los miembros de la caravana, los cuales conforman un circo, se ofrecen para entretener a la gente del pueblo, sin embargo la comisión de seguridad del pueblo, se rehúsa a ello.
La trapecista de aquel circo, llamada Camila, decide recorrer el pueblo antes de que obscurezca. Repentinamente el trinar e un pájaro, hace que desvié su atención hacia un antiguo edificio, vislumbrando a un pequeño niño que la observaba.
El padre del niño lo reprende duramente, y cierra la cortina. Luego de aquel acontecimiento, decide proseguir, sin embargo, su recorrido nocturno se ve detenido ya que un gran rio divide el pueblo en dos. Tras pasar largos minutos intentando la forma de cruzar, el dueño de una barca se le acerca, quien la ayuda, pero muestra tener muy mal genio.
Mientras cruzan el rio, Camila y el hombre de la barca se enfrascan en una pelea violenta. El hombre de la barca se avergüenza de lo sucedido, pero Camila le dice que no quiere volver a verlo nunca más.
Al seguir su camino, por la otra parte del pueblo observa un lugar muy atrasado, y más aún en un estado deplorable. A la lejanía, comienza a escuchar una voz, que pide ayuda, es un hombre en un calabozo, luego de forcejear logran abrir la puerta.
Él le explica que alguna vez fue el príncipe de aquel lugar, y luego de una amena conversación deciden volver a verse, alguna vez, ya fuera del pueblo.
Luego de lo anterior observa las casas del pueblo, repentinamente, se le acerca una figura, de una persona que parece haber sido su sombra durante todo el trayecto. Él le explica, que forma parte de la comisión de seguridad del pueblo, y que debe retirarse inmediatamente de las inmediaciones, y volver al lugar donde se alojan todos sus compañeros del circo.
A la mañana siguiente, observa que detrás de un poste, se encuentra aquel hombre con quien tuvo la pelea el día anterior al anochecer, quien la observa como si quisiera decirle algo.
La caravana el circo emprende nuevamente su rumbo. Camila, sigilosamente vuelve a entrar al pueblo de incognito. Luego de permanecer unas horas escondida, decide ir en busca de aquel hombre.
A las pocas horas, el miembro de seguridad del pueblo, se le acerca, y le advierte que debe irse de inmediato del pueblo.
Debido al estado deplorable de la mitad del pueblo, se aproxima una gran catástrofe natural.
El desastre natural, deja en ruinas la totalidad del pueblo. Toda la gente corre despavorida, unos intentando escapar, y otros ayudando a la gente más desvalida.
El hombre de la comisión de seguridad, corre desesperado hacia los lugares donde la ciudad se vio más afectada. Cerca del edificio antiguo de la ciudad, observa a Camila, junto al hombre de la barca, ayudando a la gente, entre ellos, el pequeño niño.
El hombre de la comisión de seguridad al observarla, se sorprende. Un anciano vetusto, observador de todos los eventos que suceden en la ciudad, le relata lo sucedido
Camila, intuyendo que lo acontecería, decide volver por última vez, a pesar de que cada vez desastre natural se muestran cada vez más inclementes. Camina presurosa, intentando llegar hacia la parte el pueblo en peor estado. En ese momento vuelve a ver al niño, quien la observa tímidamente desde su balcón.
Camila se dirige hacia el edificio para ayudar al niño, en su camino, vislumbra al hombre de la barca con quien sostuvo la pelea, quien ha dejado su barca, para ayudar a la gente más desvalida.
Mientras se acercaba al edifico, aquel príncipe , como el de un cuento de hadas, que estaba encerrado en el calabozo, la intercepta, y le pide irse con ella, arrancando del desastre natural, pero ella sin decir palabra alguna, sigue su camino, buscando ayudar a la gente del pueblo.
Camila decide acercarse al hombre de la barca. El hombre de la barca al observarla queda estupefacto, Camila le dice que lo perdona, pero que debe prometerle que nunca más se repetirá lo que ocurrió. El hombre de la barca lo promete. Juntos ayudan a la gente del pueblo, entre ellos al niño del edificio antiguo
El hombre de la comisión, interrumpe el relato del vetusto anciano, y observando a Camila fijamente a los ojos, le pregunta por qué razón ella decidió quedarse, a pesar de sus advertencias
Ella le responde que decidió permanecer porque a le gusta estar allí. En ese preciso momento, Camila se da cuenta, de que el niño, el hombre de la barca, el hombre de la comisión de seguridad, y el anciano, son en realidad la misma persona.
Ella sonríe, y el hombre, luego de mucho tiempo, vuelve a sonreír
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