| Un libro doradísimo correteó veloz a biblioteca y un fantasma algo perdido hipando salió de una botella: 
 -¡Tengo sed,... hip!, ¡tengo sed,... hip!
 
 Una tostadora, la chistosa, despedía a borbotones miles y miles de ratones. Entre ¡zium_ zium!, una bruja , bien biruja, despegaba de aeroparque con su escoba hecha aguja.
 
 -¡Al Polo Norte!- se cruzaba Papá Nuez con trineo de dinosaurios lilas y uno de ellos se quejaba:
 
 -¡Ay, mi pie, mi pie! .
 
 Un zapato salió a consolarlo con la lengua afuera:
 
 -Estás en aprietos, ¡Vamos al Arco!
 
 Este monumento se sacudía, King Kong andaba trepado a él: - ¡Aaagjjjjjj !- asustaba.
 
 Mientras Hipócrates vociferaba entre callejuelas:
 
 -¡Vendo ruinas!, ¡vendo ruinas!
 
 De pronto, de un paredón se abrió una puerta. Un oficinista, muy trajeado, investigaba con lupa en mano:
 
 - ¿Han visto a un televisor?
 
 Un habitante de suma extrañeza me tocó el hombro:
 
 -Esto huele raro...- inspiraba.
 
 - Es que ando cocinando- aclaré.- ¿Vamos a Marte?
 
 - ¡ Miau-miau!- miaba mi gato Quien
 
 - ¿Querrá ir él también?- pensé.
 
 -No, yo voy a lo de mi abuela - interrumpió el ser y de un jardín apareció una viejecita con sillón hamaca en mano: -Sintonicen la radio- suplicó con cono en su oreja y con su tejido en regazo se sentó. A su lado una flor bien roja lloriqueaba: -¡ Bua, bua!- ella decía- ¡Yo quiero ser payaso!
 
 -¡Ay, yo mejor me rajo!- dije- Es hora de ir al  trabajo...
 
 Entre clap-clap-clap aplaudidos me despedí de cada personaje para irme muy feliz a tomarme un  colectivo.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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