Vivencias: Contaba con treinta años de edad, era un día sábado y como no tenía ninguna salida programada, luego de cenar con mis padres me acosté aproximadamente a las 22,30 hs. El sueño acudió a mí en cuanto apoyé la cabeza en la almohada, no sé exactamente lo que me despertó abruptamente, me incorporé en la cama con un extraño malestar no en mi cuerpo, era una sensación de desasosiego en mi mente, escuché atentamente en la penumbra de mi habitación ya que, algo me impulsó a no prender la luz, seguí en esa posición durante unos minutos que parecieron horas y mi angustia más crecía, era como si esperara que algo sucediese, así fue exactamente, en los pies de mi cama comenzó a formarse una extraña luminosidad más bien tenue, mi sorpresa y temor se acentuaron, cuando de improviso se escucha una voz profunda e imperativa que me dice;-¡Raúl no juegues a ser yo, solo a mi me corresponde el rol del poder y ser dueño de las ilusiones y mediante ellas, construir y conservarlas durante la eternidad, si vuelves a cometer ese error cual difusa figura de vieja película te irás con todo lo que te rodea! Al pronunciar esta última advertencia, la luminosidad se disipó, flotando en el aire un silencio ominoso, cuando salí de mi estupor, prendí la luz, miré en derredor no encontrando nada anormal, estupefacto me recosté nuevamente en el lecho, no sé cuánto tiempo transcurrió, hasta que volví a mis cabales, pensé…solo fue un sueño, pero no, fue algo casi palpable, real, recordaba con exactitud cada palabra que ese ser, sin verlo me había transmitido, las expresiones que más me intrigaron fueron, “Raúl no juegues a ser yo”, en mi interior sabía que algo tenía sentido, pero no alcanzaba a discernirlo, con esos pensamientos me dormí nuevamente.
Cuando desperté era bien avanzada la mañana del día domingo, la claridad fluía a través de las cortinas de la ventana, un agradable olor a café y tostadas llegaba hasta mi habitación. Como siempre mi madre estaba preparando el desayuno seguramente para mí, ya que ella y mi padre acostumbraban a levantarse temprano, me levante me dirigí hacia el baño, donde me duché y me afeité, luego me vestí y me dirigí al comedor, donde en la amplia mesa mi madre, ya había ubicado la taza con el humeante café en ella, en una panera unas sabrosas tostadas y mantequilla para untar en ellas. Me senté en una silla frente a la mesa, mi madre asomándose por la puerta de la cocina me saluda con un-¡Buen día hijo! A lo que respondí - ¡Que Ud. También lo tenga mamá!
Luego de trajinar en la cocina se acerca y se sienta en una silla en la otra punta de la mesa y mientras desayuno, conversamos de asuntos triviales, sobre aspectos de la vida y lo caro de la misma, le pregunté por mi padre, a lo que respondió que se encontraba sentado en su reposera en la galería leyendo su diario preferido, mientras conversábamos, mi mente trabajaba vertiginosamente en contarle, o no, lo sucedido en la noche. Pero no me atreví, hasta para mí era algo inverosímil, fantasioso, no, no lo creería, seguramente pensaría que era otra de mis anécdotas imaginativas, ya que me dedicaba a hacer poesías y como a toda poeta lo tildan de un poquito loco.
El día transcurrió con monotonía, llegó nuevamente la noche, como tenía que levantarme temprano para ir a trabajar, decidí luego de cenar a las 22 hs. exactamente acostarme. Es cuando vuelve a mi mente esa visión, y la voz que ahora recordaba con más precisión, más bien grave, imperativa pero a la vez armoniosa, pensando en ello apagué la luz, puse la cabeza sobre la almohada y sin darme cuenta me quedé profundamente dormido. Comencé a soñar, y en mi sueño vi a un extraño personaje que flotaba en nubes blancas y vaporosas, vestía una túnica blanca y una tupida barba también blanca y una larga cabellera que hacía juego con su barba, sus ojos estaban cerrados como en meditación profunda, de pronto tal vez notando que yo lo observaba, abrió sus ojos los cuales eran de un azul intenso, de súbito una alarma vibró en mis sentidos, lo cual hizo que despertara inmediatamente, entonces recordé que, antes de la visión, había tenido un sueño similar, en el cual también estaba ese ser, un destello en mi mente ¡Dios!.Fue en ese supremo instante que lo comprendí todo, haciendo estremecer mi cuerpo. Y en mi cerebelo una vos ¡No lo soñéis ni despertéis a nuestro soñador y creador jamás, pues solo sueño somos y el al despertar, nosotros y todo nuestro entorno desaparecerá!
Raúl A Irusta
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