Puedes pensar que estoy loco, porque paso los segundos deshojando margaritas, y en nivel de los pétalos me alcanza ya por las rodillas. Camino en círculos tirando miguitas de pan para no perderme, alinéo la brújula de mi cuerpo con tu polo norte magnético, y en mi cuaderno de bitácora solo pone tu nombre.
Me han diagnósticado locura transitoria, no han hecho falta pruebas, me lo han dicho nada más verme, y tampoco hacía falta que fuera un médico, sino un amigo. Me ha dicho que me siga automedicando, con mi pastilla diaria de evasión cada día a las cuatro de la tarde, que si soy capaz de crear un mundo ficticio donde poder ser feliz, que le haga otro a él.
Estoy tan loco, como cualquier persona de verdad enamorada, que se da cuenta de que no tiene límites ni hay barreras para frenarle. Una persona que se cree capaz de pasar por encima del ejército del "sentido común", un hombre bajo pena de muerte que mira al verdugo con soberbia porque sabe que ahora mismo, es inmortal.
Según los médicos no colegiados que me han visto, tengo poca esperanza de mantener el razocinio, y a mis espaldas todos están de acuerdo en que ya esta perdido, comentan que me paso el día debajo de los cerezos mirando al sol colándose entre las flores de los rosáceos árboles. El más mayor de todos dice que así estaba la primera vez que el me vio, cuando era joven, inocente e ignorante.
Pero dice que ahora estoy mejor, porque aunque los árboles, el sol, y las flores sean las mismas, ahora sonrío.
Los rayos del sol,
Las flores de cerezo,
Tú. |