...estaba por dejar el trabajo cuando un hombre enorme se puso delante de mí, diciendo: quiero un amigo... era muy alto, de más de dos metros y sus ojos eran como los de una jirafa, estaba mal vestido y usaba barba... tendría más de cincuenta años, pero por el brillo de sus ojos y la sonrisa en su rostro deduje que era un buen hombre, jovial y algo de loco, así como muchos, así como yo... me extendió una mano, tan grande como las hojas de la planta de elefante... ¡vamos,!, exclamó... puse mi mano en la suya y me sentí como si fuera mi padre... caminamos por todo el lugar... extrañamente el lugar parecía ser nuevo para mí, a pesar de laborar en el mismo lugar por más de treinta años... llegamos a un parque de diversiones y el hombre soltó mis manos para perderse en medio del gentío... le miré hasta olvidarme de todo... caminé y luego de pasear de un lugar a otro me pregunté qué diablos hacía allí... busqué la salida pero la gente llenaba todos mis sentidos... estaba perdido, no sabía por dónde salir... de pronto encontré una banca, pequeña y de color verde, vacía y con plantas alrededor de ella... me senté y luego de un momento quedé dormido profundamente... cuando desperté, ya todo el lugar estaba vacío... me paré y a lo lejos pude notar la salida del lugar... salí y caminé hasta llegar a mi hogar... iba a entrar pero algo extraño sentí... la soledad... la noche... el silencio... la nada... abrí la puerta y entré... busqué algo de comer y encontré frutas por todos lados... no recordaba cuándo lo había comprado pero igual me lo comí... subí a mi cuarto y encontré mi cama ocupada... allí estaba el hombre gigante, dormido profundamente... apagué las luces y me eché en un rincón de la solitaria casa... dormí y tuve dulces sueños... estaba al lado de un amigo, muy grande y de ojos gigantes, así como sus manos y su amistad...