Satélites, meteoritos, cosmógromos y cosmonautas.

Yo andaba a miles de kilómetros de la Tierra,
pero todavía no eran tiempos de cósmicas eras.
Vivía en el claustro de un mundo marginado,
envuelto en irrealidades fantasiosas,
devorado por un mundo de quimeras.
El amor, tal como lo concebía,
eran alas que volaban muy alto, el ideal que yo quería alcanzar
y que en tus brazos se hizo material.
Llegaste y fuiste espejo de lo delirante de la imaginación.
Saciaste mi sed de un solo beso,
el que se acercó más a la verdad.
Y caí, las dos piernas sobre la tierra
un día como hoy, como otro cualquiera
y sólo supe entonces que ya se hablaba de satélites,
meteoritos, cosmógromos, de cosmonautas
y de grandes alturas conquistadas.
¡Ay de los giros que tomó el amor una vez de regreso a la realidad !

Y me fui de boca en boca,
de cuerpo en cuerpo,
de un orgasmo a otro.
Y me introduje de lleno en el placer,
me perdí en noches que se hacían perennes
hasta que un día -como casa de cristal-
se me rompieron las estrellas y la luna.

Por eso me gusta que de vez en vez
y de cuando en cuando
pases por mi nidos sin amor
y hablemos -¿por qué no?-
de las cosas cotidianas
y hagamos resumen de tus ojos y los míos
y yo te diga que eres muy buena
y tú me digas palabras sin palabras
y nos demos mutuamente lástima
y terminemos metidos en la cama
en recuerdo de los días que se fueron.

Yo vivía a miles de kilómetros de la Tierra
y mi amor,
tu desamor
TODO
hace -¡y cómo duele!- que seamos como antes nunca fuimos.

21.X.80