Las horas se enmudecen al atardecer
el silencio puebla los valles del estío
quiebran las manecillas del ayer
alzándose mi espíritu como mar bravío

Toda lágrima hoy debe envejecer
dejo de buscar aquello que he perdido
me oculto para que quieras conocer
aquello que a mi vida da sentido

Ni las caricias, ni los besos, ni tan siquiera los llantos
atraviesan el acero de mi gruesa coraza
no soy uno más, no me entremezclo entre otros tantos
soy quien debo ser, ni soy la presa, ni me gusta la caza

Las palabras enmudecen al son
de la melodía que mi musa teje
para mi la Luna es el gran Sol
la semilla de un mundo que envejece

Mi rueda siempre da una vuelta de más
nunca se queda con nada que no es suyo
si eres superficial no me conocerás jamás
cuando la timidez llega, yo... huyo...

Doy sin que me lo pidan
me niego cuando lo hacen
no dejo un rastro para que lo sigan
prefiero que el suyo se lo tracen

Vivo entre el ayer, el hoy y el mañana
cada día salto entre ellos al azar
discuto con el viento de la tramontana
y nunca sé que dirección he de tomar

Nunca logramos terminar en acuerdo
siempre acabo a la orilla de la mar
siempre al atardecer enmudezco
sale mi Luna, la rueda vuelve a girar