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EL FUNERAL.

Fue el aleteo de un pájaro enorme el que despertó a Francesca de su sueño profundo, despertó sobresaltada con esa resequedad en la garganta de dormir con la boca abierta y con la amargura en el aliento como todas las mañanas y con ese crónico dolor de sus talones resfriados que la ponían a caminar como si no pudiera con su propio cuerpo, pero se incorporo de pánico con el sonido de las plumas de pájaro enorme tal ves una ave de rapiña de esas a las que tanto le temía su desgraciado hijo narciso y a su pavor por ese oscuro cuervo que lo asustaba todas las madrugadas. Se levanto de la cama avivada por la ansiedad superando la dificultad que ponía el dolor a sus pasos quebrantados de vieja reumática, se abrigo el cuerpo con el abrigo de pieles que pasaba inviernos inventados en un rincón de su cuarto y salio descalza sobre los maderos resecos del piso hasta llegar batiéndose en la pobre oscuridad de las seis de la mañana hasta llegar al ultimo cuarto de la casona ese que habitaba narciso como un animal en cautiverio y fue un terrible momento al abrir la puerta cuando descubrió el gigantesco cuerpo inmóvil de su hijo que estrenaba unas cuantas horas de una muerte temprana, su cuerpo reposaba sobre el colchón sumergido en una sangre negra que se resumía sobre las sabanas grasientas, un pájaro le había sacado los ojos , lo primero que le vio fueron las cuencas de sus ojos rojas y profundas que se perdían en un mareo incontrolable que le produjo vómitos de nervio. El cuarto estaba lleno de pájaros enormes que sobre volaban su cuerpo y otros que con osadía ya habían empezado a disfrutar el banquete de rasgarle la piel con su pico letal de goleros rapiñeros, ya para entonces le avían vaciado las tripas que caían al piso como un par de cordones ensangrentados. El cuerpo de narciso era como la mutilación de una gran ballena blanca y lacia en las arenas de cualquier playa.
Francesca sumida en un dolor tan profundo e inesperado de ver a su único hijo muerto en la escena más escalofriante que le había tocado vivir.
En el impulso tardío de quererlo aun ayudar se quito el abrigo de pieles y empezó a espantar los alcaravanes que se comían el cuerpo de narciso a pedazos, luego se acerco, vio sus restos destrozados, le vio el rostro aniquilado lleno de sangre y sus ojos tan vacíos como su vida misma a partir de ese momento sintió el peso de la soledad esa que no perdona. Después de recorrer su cuerpo ahogando el llanto en su garganta vio la mordaza de encajes rosados podía ser una prenda de ropa interior la que le aguantaba los últimos gritos de su agonía hasta después de su muerte, trato de soltar las amarras de su boca pero de inmediato se detuvo y la invadió el silencio postrándose de rodillas a orillas de la cama como el que despide en un puerto a los que se marchan para siempre, se levanto del piso sin ganas de mirarlo le cubrió el rostro con la sabana ensangrentada, le dibujo una bendición con la mano derecha mientras lloraba desconsolada sin aceptar su muerte ilógica y apresurada siempre pensó que narciso moriría muchos años después incluso de su propia muerte, como un perro viejo ladrando acostado , sin ver , sin olfato , muriendo de extrema vejes no se bien si feliz o no pero siendo anciano.
Después de cubrirle el rostro y dibujarle su bendición de madre sobre su cuerpo salio corriendo al cuarto de Mariana - corre hija narciso esta muerto – dijo llorando al empujar la puerta para entrar al cuarto pero solo encontró su cama tendida y sobre ella una maleta abandonada a medio llenar, la ventana abierta que daba al jardín de calabazas y el rastro de sus pies delgados que se hundían en el terreno pantanoso. Pero más que pensar en su fuga le llamo la atención el brillo de una moneda enorme dorada que reposaba a orillas de la ventana, Francesca se inclino venciendo su dolor reumático y la tomo en su mano temblorosa la miro de cerca y pensó de inmediato en el tesoro del italiano Montiel y que hacia esa moneda en su casa, tal ves era lo que guardaba narciso. Luego guardo silencio para poder sentir su dolor la moneda solo la guardo en su brasier de dama olvidada.
Después de unas horas el doctor Baute un viejo amigo de la familia certifico la muerte de narciso como algo provocado muy cercano a un sádico crimen de alguien trastornado.
Estar amordazado fue la única muestra de violencia física que encontró, las demás heridas del cuerpo fueron hechas por los alcaravanes - dijo el después de revisarlo por completo.
¿Entonces los pájaros lo mataron? – preguntó Francesca mientras el doctor Baute lo revisaba por ultima vez y lo ilógico de los hechos.
Si,- respondió el, pero alguien lo dejo como carnada. Yo creo que debería iniciar una investigación policiaca para aclarar lo que paso aquí, apuntaba el doctor Baute sugiriendo la justicia para el crimen.

No quiero policías en mi casa – esto solo ha sido de mi hijo y yo, si he de quedarme con el aun después de su muerte lo Hare, lo único importante es que mi narciso esta muerto, no quien lo mató.- dijo Francesca en medio de un llanto casi nunca interrumpido desde que encontró el cuerpo caían lagrimas a raudales que enlagunaban el cuarto haciendo un invierno mas fuerte dentro de la casa que el que ponía la naturaleza y los astros afuera.
-¿Entonces la muerte de narciso quedara impune, para usted entonces no existirá culpables decía el doctor Baute.
Francesca solo guardo un silencio uno muy espeso casi inquebrantable. Luego dijo en medio de una evidente distracción de lo que le preguntaba el viejo galeno – como podré sacar a narciso del cuarto y llevarlo al cementerio si su cuerpo no cabe por las puertas, ni por las ventanas y mucho menos quien va a cargar su cuerpo tan pesado cuando mucho podrán rodarlo un poco.

Entonces tendrá que velarlo en el cuarto dijo el Doctor Baute mientras recogía sus instrumentos de la cama, y sacudía a los goleros que se peleaban por entrar nuevamente por la ventana abierta para que se escapara ese olor a muerte reciente.
Para entonces el cuerpo de narciso ya se había atesado de tal manera que hasta la grasa corporal se hallaba rígida, era extraño verlo un obeso de enormes proporciones y que ahora después de muerto tal ves pesaba un poco mas, quizá por esa extraña condición que la muerte pone a los difuntos de pesar unos kilos mas por los pecados que el cuerpo lleva consigo.
Francesca cerró las ventanas para que las aves dejaran de atormentar al cadáver para así tener algo que velar y enterrar.
Me retiro- dijo el doctor Baute tratando de no herir el dolor de madre de Francesca y la dejo sola – luego antes de cruzar la puerta le dijo – tal vez traiga un ataúd para el muchacho. Ella lo miro y sonrío un poco que en medio de su llanto fue como un gran oasis esporádico y luminoso tal vez un poco pusilánime que broto a la fuerza de su dolor.

Narciso estrenaba es natural condición terrorífica de recién muerto a la que tanto le temía. Francesca sola como nunca en las entrañas de la enorme casa que los guardaba que parecía más bien un gigantesco crucero de luces apagadas encallado en un desierto sumergido en el barro, como nunca entristecida cayeron lágrimas transparentes que ondeaban danzantes sobre su piel arrugada que marcaban el inicio de un dolor interminable y de la soledad.

Con el peso del dolor callo el medio día y un tenue olor a podredumbre invadió la habitación silenciosa donde divagaba inmóvil el cadáver de narciso y su madre derrumbada.
El olor fétido que no incomodaba a Francesca pues para ella parece ser el mejor de los olores, era el olor de la eternidad de su hijo. Era olor a muerte a soledad esa que tanto la atormentaba.
No queda nadie hijo- dijo entristecida, con quien hablar en los cantiles si no hay nadie mas que tu- le decía al cuerpo petrificado mientras lloraba un invierno aguacero a raudales de sus ojos recién llorados.
Le acaricio la cabeza rapada brillante sin cabello recién nacido que alguna vez poblaron plumas de ganso blanco por escudriñar en la brujería y en los bebedizos de charlatanes de la magia negra para conseguir mujer.
Le acaricio las manos ensangrentadas antes insensibles ahora doblemente insensibles, duras como el acero y frías como la muerte aterradora de su imagen desgarradora como la del pájaro enorme que sacara los ojos a narciso.
Fue una poesía ese momento entre la muerte de narciso y la increíble soledad de Francesca.
No hallé un ataúd tan grande - dijo sorpresivamente al doctor Baute que apareció de la nada en la puerta del cuarto.

Ya empieza a oler – dijo tapándose la nariz protegiéndose del fétido olor.
Ella lo miro sin sorpresa entendía lo que decía mas aya de entender la tristeza enorme que vivía, sabia que era imposible encontrar un ataúd tan grande para narciso.

¿Que vamos a ser con el cuerpo? – pregunto el Doctor Baute esperando una salida para dar al muerto su sepultura merecida.
Entonces ella respondió- le voy a dar a mi hijo un funeral pero en esta habitación y si no lo puedo sacar esta también será su tumba a mi lado como estuvo siempre.
Disculpe usted que le insista con lo mismo pero no va saber que paso realmente con el muchacho – preguntaba el Doctor Baute. A usted no le parece raro que la empleada se halle fugada y sin razón, eso de verdad esta muy raro – agraviaba el doctor buscando un culpable.

Ella solo volteo a mirarlo diciendo a mi hijo lo mataron los pájaros, ellos son los únicos asesinos aquí, no hay nadie mas.
A los dos los atrapo un profundo silencio al doctor por no tener como convencerla que había un homicida suelto o lo mas seguro una asesina como el lo proponía por la sospecha de esa inexplicable ausencia de mariana la empleada de servicio, o en el peor de los casos ladrones que al parecer no robaron nada., mientras ella solo guardaba no se que cosas dentro que no quería buscar a los culpables no dejando de ver ni un segundo el rostro de tortura de narciso.
-Me autoriza de buscar a los ladrones que entraron – le preguntaba nuevamente el doctor.
En este pueblo no hay ladrones – le contesto ella anotando también quien quisiera robar a un pobre moribundo y por mas que yo haga cualquier cosa nada me devolverá a narciso, entristecida término diciendo – solo quiero regalarle un buen funeral para que todo el mundo recuerde a mi hijo.
Ese mismo día mando a preparar el cuerpo para que resistiera nueve noches de velación de cuerpo presente, le limpiaron la sangre del cuerpo y lo aceitaron con aceite para bebes y lo vistieron con la ropa mas nueva que guardaba en los baúles, el rostro de narciso se veía tranquilo después que le rellenaron las cuencas de los ojos con algodones empapados de formol y luego se los cubrieron con una mascarilla de gamuza negra para aparentar que dormía, le cocieron las tripas con hilo de sutura para que no quedaran por el piso como las habían regado los alcaravanes en su danza carroñera.
Invitó a los amigos de travesías de contrabando, a vendedores de joyas que en la juventud fueron como cómplices de ilegalidades, a las mujeres de las ferias gitanas que compraban la bisutería italiana para luego revender en Maicao y otras plazas de mercadeo en el caribe, la casa se lleno de tal forma que en los jardines había gente de pie y como turistas poblaron casi todos los espacios de la gran casa. Después de la media tarde, cerrados de negro hasta en el alma por un luto aristocrático por tener el dinero que le curaría el hambre a los pobres de las casitas de bareque del silencio, los mismos que rodeaban como pequeñas balsas al gran buque milenario que se deterioraba en el tiempo y en la soledad, era la casa y sus espíritus, el todo y el vacío.
Francesca vistió el cadáver de narciso como para un matrimonio ese que nunca tuvo. He incluso lo alcanforo en las ranuras que hacia la gordura en su cuello.
Y lo amentolaba igual que lo hacia el doctor Baute para mantenerlo tranquilo evadiendo el calor de su pesado cuerpo. Al verlo así listo para la tumba Francesca lloro solo como una madre lo hace por un hijo muerto, lloró hasta que sus lágrimas fueron de sangre y el piso se había inundado de su salobre transparente que negaba a resumirse entre los tablones. Salio del cuarto ennegrasida como la ocasión infortuna lo ameritaba, recibió a los visitantes y amigos de malicia del pasado y de mafia de su difunto esposo el padre de narciso, deambulo entre las cortinas como un fantasma recogiendo en lagrimas los pasos del difunto, rastreo como perro sus pisadas que en años pudo volver a hacer y por ultimo su recorrido la llevo a bajo a la sala de la casa con la nostalgia a flor de piel anidando en su sostén esa moneda de oro misteriosa único objeto que aclararía el por que de la muerte de su hijo que por sus razones sin comprender quedara impune.
Era tan terrible el momento que el suave olor de las almendras del patio se había tornado amargo difícil de pasar por la garganta, fue entonces cuando en medio de ese escenario tan lúgubre la vieron aparecer pálida, enflaquecida siendo las secuelas del dolor que marcaba pauta en su rostro sin pinturas faciales.
Son como las seis dijo ella con la vista borrosa mientras intentaba mirar el reloj de péndulo que se movía en el fondo de la sala, ya a pasado tanto tiempo desde que mi hijo murió, se decía ella misma evadiendo la presencia de los espectadores de un velorio como cualquiera donde se va hablar de todo en lugar de regalarle una oración de salvación al pobre muerto.
De pronto di o una larga mirada a todos los visitantes de vestiduras negras de un luto aristocrático, eran como cuervos gigantescos anidando en los butacones de la casa

-¿donde esta el cadáver del muchacho? – pregunto todos como si se hubieran puesto de acuerdo.

-Esta en el cuarto de el – respondió ella. Lo que paso es que no lo pude sacar a la sala para velarlo como hacen con los demás difuntos, como saben narciso se engordo demasiado en los últimos años, podré mi hijo fue tan infeliz. Como el último viento de la tarde acompañado de una indestructible soledad escucharla hablar de la infelicidad de su hijo fue tan dolorosa que tal ves provocaría lagrimas en los que querían al pobre obeso.

Uno de los curiosos dijo – hace años que no lo veo, me gustaría verlo por última vez.

Francesca lo miro con el desconsuelo que la atrapaba sin negar la posibilidad de que vieran a su hijo como si fuera alguna pieza de exhibición. – pueden entrar al cuarto dijo, esta sobre la cama por que no conseguí un ataúd para su cuerpo tan gordo.
Subieron en silencio en medio de lágrimas fingidas y de pisadas agudas del charol de sus zapatos finos, se lleno el cuarto y lo vieron tendido sobre la cama como se tienden los muertos, de forma idéntica. Que le pasó en el rostro –pregunto otro de los curiosos, - me lo mataron los cuervos, goleros, no se que sean pero unos pájaros le sacaron los ojos y me lo mataron- respondió la pobre madre adolorida.

Pobre gordo – dijo el mismo curioso, estaba inmóvil como una roca.
Le contemplaron como una pieza exhibida era una especie de estado de muerte en plena santidad, esa muerte de la que nadie puede escapar y de la que todos tenemos un boleto comprado para una fecha irrevelada.
Algunos se sentaron en el cuarto junto al muerto el resto esperaba en el pasillo con unas ganas de no atemorizarse con la imagen de narciso, tal ves se convertiría en la peor imagen de una pesadilla real.
Llego la noche en medio de cualquier comentario y los visitantes aun permanecían a la fría decoración de la casa y conservando en sus ropas ese extraño olor de las flores de funeral y de la cera caliente de las velas traslucidas que iluminaban el cuarto como si fuesen faros de puerto acabando un poco con la pesada oscuridad.
- ya lo ven, dijo Francesca ese es mi hijo lo mataron los cuervos.
-¿Y el funeral cuando es? – pregunto otra de las curiosas.
-No habrá entierro, dijo su madre - el se quedara con nosotros las nueve noches de velaciones, su funeral termina cuando sierre la puerta su cuarto para siempre, esta casa será su tumba.
- Pero no es mucho tiempo, su cuerpo se descompondrá es mas ya huele a podrido, su cuerpo no tardara en reventarse dentro de poco dijo la misma mujer.
- si no resisten el olor de mi hijo, entonces lárguense de mi casa – dijo Francesca enfurecida.
Y los corrió de la casa como perros, los sacó a escobazos de los rincones de la casa, de los muebles privilegiados para ver al muerto. En segundos la casa se hallaba sola, solo conservaba el eco del silencio y la soledad como estuvo siempre. No faltaran los rezos hipócritas de los amigos del pasado, para ella sentirse feliz solo bastaba estar con su hijo difunto al que velaría nueve noches antes de clausurar la puerta de su cuarto.
Desde ese día rezaba tres veces al día sola las oraciones frente a la cama como un acto intimo de no poner su hijo a la burla, lo hacia como dice la tradición de seis a doce y a seis otra vez con la muerte del sol detrás del horizonte.

Esa primera noche el cuerpo permanecía intacto liberando un tenue olor a muerte, casi amargo que llegaba a revolver el estomago que solo ella soportaba por que incluso el fiel y faldero amigo de la casa doctor Baute prefería esperar a Francesca en la sala mientras escuchaba cada oración dada a gritos de impotencia y con una suave línea de culpa, que no se bien por que y con esa clara intención de que narciso solo durmiera y despertara de pronto con ese miedo con el que lo hacia por las mañanas mirando a la ventana que evitaba la entrada de los alcaravanes siniestros a esos que tanto miedo le tenia.
Después de unos minutos las oraciones cesaron, a Francesca a venció el sueño frente a la cama y se desmenguó de tal forma que solo el sol de las seis de la mañana le tibio las mejillas al día siguiente. Despertó apretando en su mano el rosario que en toda la noche no soltó, lo primero que miro fue el rostro reseco de narciso con la esperanza de que estuviera despierto con esa expresión tirte de morir antes de tiempo. Se le veía pálido desencajado como si no le sentara bien la eternidad.
Esa mañana Francesca descubrió que el cuerpo de narciso empezaba a hincharse, sus dedos empezaban a verse más gordos que lo normal al igual que su barriga que se inflaba como un globo y hacia ruidos extraños de gases atrapados en sus intestinos remendados, en ese momento pensó que se trataba de algún mensaje del mas allá de su hijo, evento que la emoción por solo unos segundos creyendo que narciso solo dormía un sueño muy profundo en los valles perdidos de Morfeo y que pronto despertaría.
Hay mijo, sigues igual de muerto como ayer- dijo Francesca en un lamento de inconformismo al verlo perdido para siempre. Susurró su nombre algunas veces mientras sujetaba su mano tiesa como una pieza de cerámica, luego miro la ventana entre abierta que reducía el brillo del sol en un rallo brillante y rectilíneo descubriendo a su vez que el invierno había terminado así como la muerte de narciso había culminado con sus sueños propios y con sus ganas de vivir. Por la delgada línea brillante vio el sol recién nacido en la franja sideral del horizonte, ese que le tostaba las mejillas al muerto, entonces se levanto del piso donde reposaba a media pierna y cerro las cortinas para opacar la luz del astro rebelde.
Ausente de condolientes, de familiares, de todo lo que hacia falta en ese instante y al borde del suicidio por el dolor insoportable, entonces acordó de la moneda de oro que guardaba en su brasier y la sacó de su anidamiento y la sostuvo mientras observaba su brillo similar al del sol, era el oro mas puro y brillante que había visto y pensó de inmediato si se tratase de ese secreto que narciso le guardo para siempre al capitán italiano de ese que solo quedaban borrosos recuerdos. Y pensó en mariana como algo pasajero, y luego en esa profunda soledad que la amordazaba con las púas de sus dedos helados, salio del cuarto mientras guardaba la moneda en su brasier nuevamente y caminando con los pies desnudos pisando sobre los pétalos de flores muertas de la tarde anterior, bajó a la sala crepuscular como de costumbre y halló entre la penumbra por que ese brillante sol de las seis aun no alcanzaba a despertar al extinto general Baute , medico de consuelo, amigo de penas y coleccionista de olvidos y recuerdos bélicos, el sueño lo alcanzo en el viejo sillón de descanso de la vieja , tenia la apariencia de haber trasnochado puesto que sus ojeras diabéticas decían que acababa de conciliar el sueño, refugiaba sus manos abrazadas entre sus rodillas flacas de viejo sesentón, tenia la cabeza recostada al espaldar del sillón que como por arte de gravedad menguaba la tensión de su mandíbula filosa , dormía en medio del silencio que el luto y el viento prestaba de momento. - veo que duerme, se dijo así misma Francesca sintiéndose tranquila de que sus culpas y penas no hacían parte del viejo galeno.
Pero de un brinco el viejo salio de la silla, despertó tan repentinamente como si durmiese al filo de estar despierto.
- por un momento me sentí en Vietnam dijo con los ojos saltados el doctor Baute escapando del sueño de forma ágil y brusca.

-se fueron todos anoche- dijo Francesca.
- si,- le respondió el, no quedo nadie no se si por los escobazos que usted dio o por el olor del muchacho.
- dijeron que ya se estaba pudriendo y que usted estaba loca al tener el cuerpo en velación por nueve noches, haciendo de este el funeral mas largo y absurdo.
- ella solo sonrío de una manera fingida y le respondió – que hay de malo en que quiera tener a mi hijo a mi lado aun que sea muerto, este es mi duelo y el de nadie mas. Y ofendida término diciendo “su podredumbre también me pertenece y tal vez su muerte” y soportando del dolor de sus talones reumáticos sostenía su cuerpo en pie, llorando lagrimas de sangre puesto que todos sus fluidos de lubricación ocular producto de las emociones transparente como el agua la noche anterior se le habían terminado.
Al igual que la primera noche fueron los pocos visitantes lo único distinto al estado de descomposición del muerto que con los días los pocos que se acercaban al funeral dejaron de asistir evitando una infección o alguna enfermedad producto de los olores podridos del pobre difunto. La soledad reinaba en la vieja casona de los italianos y en Francesca el deterioro que Solo el verde de sus venas delineaban un mapa en su cuerpo pálido.

Y al verla en ese estado de deterioro tan evidente aun que el doctor Baute no volvió hacer comentarios hacer del esclarecimiento de la muerte de narciso y de un posible homicidio al que su madre le estaba dando la espalda. Era inevitable pensar que la única sospechosa de toda esta pesadilla era marina la hermosa empleada de servicio que había escapado de forma fugaz sin ninguna razón, dejando toda su ropa, llevando en su escape solo la ropa que traía en el momento o simplemente en su delicada desnudes. Aun que todo el tiempo Baute pensaba en los culpables de este crimen, por respeto no se volvió a tocar el tema , puesto que a Francesca solo le importaba su duelo sin saber de culpas o si hubo un robo aparte de la extraña muerte de narciso.
Con la llegada del séptimo día del funeral el olor a podrido era verdaderamente insoportable al extremo de ahuyentar las palomas que por las tardes llegaban a cagarse en el techo de la casa, a los cuervos siniestros a los que tanto temía narciso, e incluso al doctor Baute que soporto seis noches haciendo alardea de su estomago fuerte y de su valentía de general de guerra en sus años de juventud, al séptimo día desaprecio de la escena macabra de la carne humana en la mas alta descomposición que ni el amor silenciosos podía soportar , ese apenas insinuado que vivía en el por muchos años sin demostrárselo a la vieja Francesca , la dama italiana que había quedado sola para siempre , en esa soledad que no miente que se convierte en un espejo cruel que solo refleja aun a sola persona. La soledad la había puesto a orillas de un abismo de dolor, de locura. La casa entonces había quedado vacía por completo, parecía un buque fantasma con solo dos abordo naufragando sin rumbo sobre las olas sin fuerza del tiempo perdido.
En todo lugar se podía sentir únicamente el aleteo de los zancudos que llenaban el espacio que casi ocupaba el perfume de muerte de narciso. Las habitaciones guardaban los ecos del viento y el mormullo de los fantasmas milenarios que se habían olvidado de espantar, mientras que el cuarto de narciso se había convertido en una bóveda abierta que fermentaba en lágrimas enrojecidas de Francesca al cuerpo consumado, la piel se le había pegado a la carne escurrida y a los huesos y el vientre se le reventaba a explosiones de precisión, e incluso su creo calvo le había salido cabello crespo después de muerto, de el solo quedaba un frágil esquelético forrado de una carne verde a punto de secarse sobre sus extremidades atrofiadas por una cuadriplejia que padeció cuando vivía después de caer de un caballo en marcha. Junto al cuerpo decrepito estaba Francesca en un estado similar pero en vida con la piel pegada a sus huesos verde por las venas que le daban formas de trazos irregulares sobre su cuerpo pálido como un papel.
Luego de terminar el sexto día volvió a despertar con un padre nuestro atrancado en la garganta reseca con el sol de las seis que le tostaba las mejillas al muerto, sin probar bocado, con la ausencia notable del pobre medico enamorado y con la moneda de oro haciendo hueco en su flácido pecho. Como todas las mañanas anteriores miraba el cuerpo de reojo y muy lentamente esperando encontrarlo despierto parpadeando para lubricar sus ojos.
Sin embargo como todos los días del funeral decía al Cadáver – Hijo cuanto tardas en despertar- mientras sonreía mirando fijamente la carabela inmóvil que se anidaba sobre la almohada fétida que recogía de forma sádica los restos de carne descompuesta de narciso y bajo ese mismo paisaje de muerte pasaron los últimos días del funeral solitario con el anhelo imposible de Francesca de verlo despertar de ese muerte tan avanzada que le tocaba vivir , nada ya cambiaria sus días tormentosos de velarlo de cuerpo presente que fue la peor tortura .
Todo a terminado- dijo desesperada con la ultima noche en la que ni el caballeroso doctor Baute volvió a parecer en escena por creer que Francesca había enloquecido por hablarle al muerto mientras este no detenía el curso natural de la descomposición, lo que Baute nunca entendió es que una madre jamás pierde la esperanza, Y desapareció como todos los demás el día que no soporto mas el mal olor que brotaba del muerto y al oírla decir después que rezaba cada rosario que al despertar regresarían juntos a Italia a visitar la tumba de los abuelos.
Esa ultima noche resignada en que narciso jamás despertaría en medio de la brisa dicembrina y del destello de los cohetes de pólvora que reventaban en chispazos luminosos de colores, dejo la habitación de su hijo por un momento y llorando divagó a tientas en la oscuridad hasta el jardín y subió a mano limpia los ladrillos que sellarían la puerta del cuarto y la ventana que daba al jardín la misma que dejaba volar a narciso al menos en su imaginación donde volaban las mariposas de cobre que revoloteaban como hadas metálicas en el cielo y la misma que lo aterrorizaba cuando los alcaravanes trataban de entrar por ella.
Subió una y otra vez al jardín y subió todos los ladrillos que podía cargar y daba los paso que sus pies adoloridos le permitían dar mas halla de toda voluntad y de lo tormentoso y triste que era sellar la tumba de su hijo para ella seria mejor clavarse un puñal en el vientre.
-escuchas lo cohetes narciso- dijo ella al traer los últimos los últimos, suenan como todos los años, si pudieras ver como iluminan el cielo, lastima que no despiertes luego dio la espalda y empezó a sellar la puerta del cuarto al borde de las lagrimas con la melancolía de las explosiones pirotécnicas que marca el fin inevitable.
Esto es ha sido tan doloroso – dijo Francesca mientras pegaba los ladrillos con la voz partida en mil pedazos.
- como querer que despiertes, si todo el mundo sabe que estas muerto, menos yo, hay afuera nadie se anima a entrar, nadie por que me dejaron sola por que no aguantaron tu olor de muerte, pero no me importo esto es solo de los dos hijo mío.
Lo miró fijamente y diciendo es hora hijo de serrar esta tumba y que descanses.
Le cubrió el cuerpo descompuesto, ni sombra de lo obeso que era en vida narciso, soplo un aliento frío por su cuello que hizo que su cuerpo se erizara ella luego sonrío y dijo tal ves la estés en un lugar mejor, espero no seas un fantasma en pena atrapado en esta casa, ojala estés caminando como siempre quisiste volver a hacerlo.
Termino de colocar el último ladrillo con las manos sangrando, con los dedos destrozados por el cemento que le rajo las carnes.
- si te das cuanta hijo – dijo Francesca – cerré la puerta y me quede adentro contigo, parece que Dios quiere que no me quede sola, ni que tu te quedes solito en este cuarto, tal ves la eternidad me alcance para entender que mariana tuvo que ver con tu muerte, tal ves encontró ese secreto del tesoro que también yo buscaba , te acuerdas hijo – le dijo al cadáver mientras lloraba – yo quería ese secreto que el maldito capitán Montiel solo te confeso a ti y tu tal ves a mariana , yo debí robar ese secreto y las muestras del tesoro que se que ella tiene y en ese momento saco de su brasier la moneda de oro puro que era la prueba reina de que los cuentos del viejo capitán no era una locura y si existía tal tesoro, todo eso lo hubiera hecho en su lugar y sin hacerte daño hijo mío, si tan solo me hubieras dicho donde estaba escondido el tesoro y estas malditas monedas no estuviera pasando por este dolor que me esta matando por dentro. Luego guardo silencio y al igual que la puerta la ventana también quedo clausurada, llena de ladrillos que pego con sus propias manos, después que el ultimo rallo de luz entrara por la ultima abertura del ultimo ladrillo todo fue oscuridad y en el silencio mas profundo, en esa soledad que hacia demasiado ruido en su alma, pero que nadie podía escuchar, ni el eco de su dolor.
Estamos solos hijo mío - quedarme junto a ti es lo menos que puedo hacer para saldar mi culpa por tu muerte, dijo llorando en la oscuridad y camino de la ventana arrastrando los pies tratando de sentir el suelo que pisaba para no tropezar y tanteando como siego descifraba las formas de los elementos que ella conocía de esa habitación clausurada y apoderada por un crepúsculo interminable, en esos intentos llego al viejo escritorio y acariciando el madero para tratar e llegar a la cama donde reposaba narciso encontró el escondite saqueado por mariana de la que por descuido al escapar dejo la pista mas exacta de que el tesoro del capitán italiano existía y en esta habitación tan solo quedaba una pata hueca de un mueble y una moneda de oro puro.
Entonces entendió lo sucedió tras la muerte de narciso , no hace falta tener mas pruebas ni saber mas , es claro que mariana se llevo el secreto y las monedas que se guardaban junto a estas que me restriega la culpa de mi ambición , por que no me dio ni el secreto , ni las monedas como acordamos la zorra me traiciono y en ese momento se derrumbo en el piso y en la oscuridad gritaba – hijo si tan solo pudrías entender que ese tesoro nos devolvería lo que antes tuvimos y nada de esto hubiera pasado si yo no la obligo a seducirte , pero no tenia la intención de que los cuervos te sacaran los ojos y murieras desangrado, eran tan hermosos tus ojitos tal ves por eso venían todas las madrugadas a picar el cristal, yo solo le pedía a mariana que se desnudara un poco y te sedujera para que rebelaras el secreto que el italiano Montiel te había confiado alguna vez e incluso le pague por hacerlo y para que te complaciera en lo que le pidieras , extrañamente le hablaba a un cadáver que nada escucha que nada ve solo se consumía en una velocidad inexplicable resumiéndose en restos solamente sobre el colchón que no se revelaban si no en su olor a podredumbre por que la oscuridad no le permitía a Francesca verlo morirse de pena , esa que solo sienten los vivíos cuando pierden la esperanza .
Ella todo me lo dijo, exclamo llorando, que pretendías su desnudez como tu último sueño y saliste siendo victima de una pesadilla que contenía en el fondo un robo macabro planeado por dos mujeres ambiciosas, episodio en el que tú y yo fuimos los únicos que perdimos hasta la dignidad y la vida.
Fue en ese momento después de llorar y de desahogar su confesión ante el cadáver de narciso decido a tientas arrastrarse divagando en la oscuridad hasta alcanzar acostarse en la cama al lado de su hijo mientras empuñaba con fuerza la moneda del tesoro aparto restos de flores de las coronas mortuorias y se abrió un lugar al lado derecho, tal ves Dios nos perdone a las dos – dijo mientras se recostaba como paloma en su nido de polluelos.
La eternidad será poca para llorarte en esta oscuridad y pedirte perdón por matarte hijo mío, cerró los ojos imponiendo una doble oscuridad – luego dijo -¡escuchas el silencio narciso, no se escuchas ni las mariposas ni las palomas , tampoco el estallido de los juegos pirotécnicos de la virgen , todo esta tan tranquilo ahora – cierra los ojos hijo y duerme que yo cuidare tu sueño hasta el día que despiertes sin el pánico que sentías por los alcaravanes que te querían sacar los ojos, se volteo de lado y abrazo sus huesos putrefactos que no soltaría ni un solo segundo de su negra eternidad.

Texto agregado el 03-08-2011, y leído por 152 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
25-01-2013 " le limpiaron la sangre del cuerpo y lo aceitaron con aceite para bebes y lo vistieron con la ropa mas nueva que guardaba en los baúles, el rostro de narciso se veía tranquilo después que le rellenaron las cuencas de los ojos con algodones empapados de formol y luego se los cubrieron con una mascarilla de gamuza negra para aparentar que dormía, le cocieron las tripas con hilo de sutura para que no quedaran por el piso como las habían regado los alcaravanes en su danza carroñera." CORAZONVERDE
25-01-2013 Durante toda la lectura he percibido el olor de la muerte en las letras, dicen que soy bastante sensible e intuitiva, puede que sea por eso que me ha pasado, pero no he sentido el terror que te hace mirar alrededor por si hay algo en tu habitación, es un escrito que transmite una sensación de muerte, pero real, no es un terror a lo desconocido, es miedo a la locura de ciertas personas. CORAZONVERDE
03-08-2011 Muy bueno. Falta que lo pulas bien para que sea excelente. Me gustó mucho. Las imagenes son claras, con ese toque mágico que tanta gusta y pocos tienen a la hora de escribir. 5* Azel
 
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