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Le dije que iría al baño y que volvería pronto, cuando me pare de la silla, la mujer de al lado,que aparentaba ser bastante joven como de unos 20 años, tal vez 21, estaba con un hombre común, de mediana estatura que parecía ser su esposo o algo así, me dio una de esas miradas que transmiten las ganas de hacer algo mas que simplemente mirar, no le di importancia, avance unos metros mas, y me di cuenta que en la mesa mas cercana al baño de varones, había una pareja de extranjeros discutiendo en un idioma muy extraño, que me pareció ruso o algo similar, uff suerte que camine rápido, pues la mujer parecía que explotaría en furia en cualquier momento, di unos pasos mas, al parecer mi sentido de la vista estaba un poco disminuido y es comprensible, pues Johana y yo habíamos tomado ya bastantes copas, a los pocos segundos de escapar de la pareja rusa, sentí el olor hediondo que salia de los inodoros y fue ahí que supe que me encontraba en el baño, al parecer no había nadie así que me dispuse a satisfacer mi necesidad de micción, mientras lo hacia, me di cuenta que un caño estaba abierto y que la perilla de este no estaba, también me di cuenta que no había papel en el dispensador, que el jabón para las manos, estaba mas que agotado, pues ni siquiera podía hallar la botella que supuesta mente debía contenerlo, el hediondo olor a excremento y orina, sumado a todo el vino que Johana y yo habíamos consumido hasta el momento, estaban empezando a jugar en contra mio, pues empezaba a sentir unas urgentes ganas de vomitar, sin embargo, tenia que estar muy calmado y confiado o por lo menos aparentar, pues la noche había sido genial y era el momento preciso de hacer lo que hace tanto tiempo estaba deseando hacer, lo que hace algunos años solo soñaba que podría hacer, y es que esa noche, le iba a pedir a Johana que se case conmigo.

Hace mas de dos meses compre un anillo de platino con tres diamantes incrustados, toda una joya, sin nada que despreciar y con demasiado que envidiar diría yo, durante semanas estuve pensando como pediría su mano, al principio quería hacerlo con una gran sorpresa, tal vez con una serenata o tal vez alguna cosa alocada que solo hubiese hecho en mi juventud, pero al final me di cuenta que este momento lo viviríamos solo ella y yo, y que no quería que ella sintiera, que había estado pensado demasiado en ello, o que andaba buscando el momento ideal.

Se que suena tonto, pero ella siempre me dijo que el momento perfecto, era aquel que ella y yo pudiésemos construir juntos, yo entendí que no tenia que hacer grandes malabares, ni cosas casi imposibles para pedir su mano, pues solo tenia que estar con ella, estar felices como siempre estuvimos y decírselo, bueno eso fue lo que yo entendí.

Cuando salí de aquel repugnante baño, mis sentidos estaban aun mas adormecidos, creo que aquel consejo que me daban mis amigos de la universidad, que no me parara tan rápido después de tomar vino, era real después de todo, aunque en aquellos tiempos, yo recuerdo haber corrido por todos lados, como si nada me importara, incluso después de beber el vino de menor calidad que pudiese encontrar por ahí, sin embargo ahora es otra época, pues mi mente parece jugar me una mala pasada y siento mi cuerpo un poco débil, tal vez no debí beber tanto, y lo mismo puedo decir sobre aquella pareja rusa que al parecer, habían bebido tanto, que quedaron ambos recostados sobre la mesa, me hizo un poco de gracia y seria una cosa interesante para contarle a Johana antes del gran momento, pues es como una ironía extraña y tierna a la vez, porque en un momento estaban discutiendo a viva voz, a punto de reventar, y momentos después estaban tan calmados, parecían dormidos y estaban tomados de las manos.

Al caminar unos metros en la sala del restaurante, aquella mujer de mirada extraña, al parecer se había ido en un gran apuro, pues dejo su cartera colgando de la silla donde se encontraba, el paradero de su esposo o amante, o lo que fuera que sea, era otro gran misterio.

Finalmente llegue a la mesa con Johana, que me miraba fríamente, casi estática, sino fuese por aquella copa de vino que llevaba en la mano derecha, hubiese pensado que se había quedado dormida con los ojos abiertos.

Di un respiro profundo, alce mi copa y la mire a a los ojos mientras bebía, deje la copa en la mesa y pensé que ese era el momento preciso para decirle todo lo que sentía, es así que alcancé mi bolsillo derecho y tome la caja con el anillo, me pare de la mesa, me acerque dulcemente a su costado, y me arrodille muy cerca, por mas que intentaba, no podía mirarla a los ojos, pues tenia tanto miedo que me rechazara, que no quería hacerlo hasta que me diera el si, aunque para ser sincero, yo estaba mas que seguro que lo haría, y entonces empecé, le dije que la amaba, que quería pasar la vida con ella, hasta trate de hacerle recordar esa vez que fue a mi casa a ver un partido de fútbol en la television, y bueno aquella vez me equivoque con la hora, y solo vimos la mitad, pero al final nos dimos un beso tan hermoso, tan nuestro, que en ese instante descubrí que ella seria la mujer de mi vida, también le recordé cuando viajó y todo ese tiempo que la estuve esperando, le hice recordar también de todo el tiempo que pasamos juntos, buscando una excusa para vernos sin que nadie sepa, cuando alce la mirada, me lleve una gran sorpresa y sentí un nudo en la garganta, pues todo esto no parecía importarle, ella seguía sin mirarme con esos hermosos ojos, mientras balbuceaba unas palabras y derramaba la copa de vino de su mano derecha, no me atreví a abrir la caja, ni tomar su mano, pues segundos antes de terminar de contarle acerca del ultimo momento tierno que tuvimos, me miro a la cara, y me grito ¡no! con tanta fuerza que parecía desgarrar mi corazón, que parecía destruir todo aquello bello que pasamos juntos, y volvió a gritar ¡no!, y balbuceo otras palabras, yo no entendía, yo pensaba que tal vez habíamos bebido demasiado, pero no era así pues ella seguía diciendo ¡no!, y repetía, ¡no!, y gritaba, ¡no!, cada vez mas fuerte, yo solo podía pensar en sus sonrisa, pensar en cuanto la extrañaba y deseaba verla. Me pare de pronto, pues entendí que el mundo que pensaba, no seria jamas para mi, que todos esos sueños que había planeado en mi cabeza junto a ella, no se harían realidad jamas, y que simplemente debía desaparecer y escapar sin dejar rastro alguno, entonces llego el mesero, se acerco y me dijo, ¿desea algo mas señor?, le respondí que no, que todo estaba bien, le dije que me traiga la cuenta, que ya estábamos por irnos, que habíamos bebido demasiado, sin embargo al ver bien su cara, me pareció muy raro, pues hace poco lo había visto corriendo fuera del restaurante, como si necesitase llegar rápido a su casa o a algún otro lado, no le di mucha importancia, tome mi copa y al hallarla vacía, me serví de nuevo de aquel vino caro que había comprado para celebrar, tome la copa firmemente y bebí hasta el fondo, cuando termine, tuve la sensacion de hastío, me senté en la silla frente a Johana y solo alcance a posar mi frente en mis dos manos para descansar un momento, creo que no pasaron ni diez segundos, me levante de la mesa y decidí ir al baño otra vez.

Pase al lado de la mujer de la mirada lasciva, luego por la pareja de rusos, y entre al hediondo baño, me incline en el lavamanos, abrí en caño que no estaba roto, y me eche agua a la cara, cuando me levante vi sangre en el espejo, di la vuelta hacia atrás y vi sangre en el suelo, también pude ver un rastro hacia uno de los cubículos, abrí la puerta y vi a un hombre común de, mediana estatura, sentado en el inodoro con los brazos a los costados y la cabeza agachada, cuando me fije en su cuello, vi que de este salia abundante sangre, y cuando me acerque para ver si estaba vivo, pude ver la parte de atrás de una navaja tirada debajo del inodoro, casi al instante, el hombre cayó frente a mis pies y se puso a temblar de manera incontrolable, mientras yo miraba horrorizado el charco de sangre que se formaba bajo su cuerpo, al parecer le habían cortado la garganta hace muy poco tiempo, así que el que lo hizo, debería estar aun muy cerca.

Me dispuse a llamar a la policía, aunque no sabia si podría hablarles bien, o si me creerían, pues me sentía bastante ebrio y lo peor, es que mi celular estaba en la cartera de Johana. al alejarme del cubículo, casi resbalo con la sangre que había en el piso, o mejor dicho con el rastro de sangre, que empezaba en la entrada del baño, y terminaba en el cubículo, de solo imaginar que hubiese podido caer en ese charco de sangre, sentí un asco terrible, casi como el que sentí cuando vi a ese pobre hombre sentado en el inodoro y sangrando del cuello, así que me dije a mismo que no tenia otra opción mas que seguir, cuando salí del baño, pude ver de nuevo a la pareja de rusos, recostados en la mesa del restaurante, di unos pasos cuando la mano de esa mujer extranjera alcanzo mi ropa y tiro tan fuerte de mi, que me hizo caer al suelo, esa mujer estaba loca, intentaba golpearme, sin embargo sus golpes, se sentían muy débiles, después de forcejear unos segundos me la quite de encima y me pare, me sentía muy mareado, con ganas de vomitar, le grite que había una persona muriéndose en el baño, que llame a emergencias, pero la mujer intento levantarse y se resbalo, cuando cayó al suelo, creí que se había desmayo pues no parecía moverse, sin embargo luego de unos segundos se levanto penosamente, se sentó en la silla y tomo la mano de su pareja, me preocupe mucho pues la mujer parecía estar por desmayarse, pero era muy urgente llamar a emergencias, asi que decidí dejarla, corrí rápidamente hacia Johana, y cuando estuve cerca le dije que me diera mi celular, que alguien estaba muriéndose en el baño, pero ella me ignoro y yo no sabia que hacer, estaba empezando a desesperarme así que tome su cartera y saque mi celular, yo pensaba que Johana me diría algo, pero ella se quedo inmóvil sin decir nada, intente llamar a emergencias, pero la linea estaba ocupada, llame a la policía y, la linea también estaba ocupada, así que me apresure a la calle en busca del teléfono publico que estaba al frente del restaurante, en el camino vi al mesero que corría, y le grite que llame a emergencias, pero nunca volteo, seguramente tendría alguna urgencia o tal vez seria el, quien le corto la garganta al pobre infeliz del baño, en realidad yo no tenia idea, solo pensaba en pedir ayuda, así que llegué al teléfono publico y llame, amarga fue mi sorpresa cuando me di cuenta que las lineas estaban ocupadas, llame también a la policía y del mismo modo, todo estaba ocupado, no sabia que hacer, no entendía lo que pasaba y pensé que lo mejor, era tomar a Johana e irnos lo mas lejos posible de ese lugar, pues en caso que el asesino decidiese volver, yo no quería que nada nos pasara, además ella no sabia del hombre en el baño y hoy era el gran día en el que por fin me atrevería a pedirle matrimonio, así que volví al restaurante y me acerque a ella, tome su mano y la sentí tan fría y débil,que pensé que la comida le había caído mal, pensé que algo le pasaba, pues parecía como ausente, me acerque mientras sus pupilas lentamente me seguían y le pregunte si le pasaba algo, y ella no respondió nada, entonces le dije que teníamos que irnos, y no respondió nada, toque su rostro y estaba húmedo bueno mas que húmedo, estaba mojado, empapado, luego vi mi mano... o dios... no debí ver mi mano, pues estaba cubierta de sangre y sus labios rojos, no eran nada comparados con la sangre que brotaba de los cortes de sus mejillas, que no dejaban de sangrar y sangrar mientras sus pupilas me miraban como apagandose, como despidiendose de mi, de su gran amor, yo solo pensaba en saber quien fue el desgraciado, mientras con mi mano llena de sangre, saque la navaja que me había regalado mi padre, levante la cabeza y grite con todas mis fuerzas mientras blandía aquel acero, ¡¿quien fue?! ¡¿quien fue el hijo de puta?!, pensé en la mujer de la mesa de al lado, tal vez serian celos de una psicópata, así que di la vuelta a su mesa y la tome del brazo mientras gritaba y le corte el cuello sin piedad, su cuerpo inerte cayó al suelo,di la vuelta a la mesa y este desapareció de mi vista, después avancé hasta los rusos, ellos se hecharon para atrás sin poder pararse, tome a la mujer y le pregunte al ruso si había sido el, si el había desfigurado a mi Johana, el ruso solo hablaba cosas que no entendía, le apunte con el cuchillo y le dije: ¡no te muevas hijo de puta!, ¡no te muevas o la mato!, el quiso pararse, yo estire mi brazo y le corte el cuello con un movimiento, callo sentado en la silla y quedo como recostado en la mesa, luego le pregunte a la mujer que no me respondió nada, ni una sola palabra, así que también le corte el cuello a esa rusa desgraciada, estaba estática como piedra en mis brazos, enloquecí de furia y la solté, quería vengarme, entre al baño buscando a alguien mas, este parecía vació, no vi a nadie, solo los dos cubículos, el lavamanos y dos orinales, uno de los cubículos estaba cerrado y me pareció escuchar un sonido, en ese momento todos mis instintos se pusieron alertas, podía ver todo muy nítido, podía sentir el mínimo movimiento del aire en mi piel, escuchar cada sonido y sentir cada olor, cuando escuche ese sonido, se activaron todas las alarmas de mi cuerpo y tuve que derribar esa puerta, me tomo tres patadas hacerlo, pero cuando lo logre, encontré a un hombre común, de mediana estatura sentado en el inodoro, balbuceaba algunas cosas que no entendía, pero yo sabia que el era el desgraciado, pues el rastro de sangre llevaba hasta el cubículo donde el se había escondido, yo sabia que el la había cortado, pues había una navaja tirada a su costado, así que me acerque, blandí mi navaja y corte su cuello tan profundo, que la sangre brotaba y brotaba, sentí que era la venganza perfecta por lo que le hizo a mi dulce Johana, la que seria mi esposa, la mujer de vida, cerré el cubículo, me acerque al lavamanos y lave la sangre de mis manos, me agache un poco para echarme agua a la cara, y me dije a mi mismo: dios santo, que dolor de cabeza, nunca debí beber tanto, antes de alzar la mirada, escuche unos ruidos en uno de los cubículos del baño, pero no les di importancia, después de todo, hoy seria el hombre mas feliz del mundo, pues aunque estaba un poco mareado por todo ese vino, estaba seguro que Johana iba a decir que si cuando le pidiese matrimonio.

Copyright © icarus003

Texto agregado el 02-08-2011, y leído por 274 visitantes. (0 votos)


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