Una mañana salí a recorrer el parque con el morral de juntar leña como tantas veces y reflexionaba pensando en las veces que por buscar un gran trozo de madera regresaba con la bolsa vacía, en cambio cuando recolectaba pequeñas ramas que encontraba al paso el resultado por el contrario era el deseado.
Comparaba entonces esto con las ocasiones en las que nos empecinamos en encontrar lo que deseamos a nuestro alcance -tropezándonos con ello-, como un gran cofre del tesoro olvidado por alguien en algún lugar; cuando en realidad la vida nos da la oportunidad de hallarlo de a poco y en partes.
Esto de enfocarse en hallase frente al gran arcón del tesoro, hace que se pierda la perspectiva del entorno inmediato y todo lo que se deja pasar algún coleccionista de ilusiones lo sabrá aprovechar, porque como sabemos los sueños son simplemente quimeras que se hacen realidad a fuerza de persistencia y tenacidad.
Continuaba caminado y juntando palitos y ramitas y recapacitaba como se asemeja esto a las amistades que uno va atesorando. En verdad nunca encontré amigos como quien de un parral ve colgar un racimo de uvas, más bien los amigos se van sumando a nuestro entorno, formando un racimo y madurando con el tiempo, y solo aquello que subsiste unido es lo que perdura, mientras que lo demás se pierde antes del punto de madurez.
Sin dudas que los amigos son como las mejores perlas, que se las encuentra de a una por vez y se las conserva en una pequeña bolsa colgada al cuello, nunca en un arca del tesoro olvidado por alguien que no supo valorarlas.

“Los amigos son como perlas que se van coleccionando
en la vida y forman un tesoro.
La amistad no es un tesoro
que se encuentra dentro de un gran cofre lleno de perlas,
sino por el contrario es un pequeño bolsillo
que se va llenado con las perlas
que se cosechan en el camino.”

©IKARUS