Sandra estaba preparando la cena de esa noche.
El resto de la familia se encontraba en el salón viendo un programa de televisión.
De pronto algo pegó contra la ventana de la cocina donde se encontraba Sandra.
Sandra se asustó mucho y miró sobresaltada hacia la ventana cerrada.
Con mucha precaución se fué acercando a ésta y levantando suavemente el picaporte la abrió de par en par.
Observando que no había nada en la misma apoyó su cuerpo sobre el marco de la ventana y miró hacia el suelo del patio interior.
Allí tampoco parecía haber nada anormal.
Con un cierto rostro de interrogación volvió a cerrar la ventana y siguió cocinando.
En el salón el resto de la familia seguía disfrutando de la programación televisiva.
De pronto desde un lado anexo al aparato surgió como un flash de color rojizo que dejó atónitos a los allí presentes.
En un abrir y cerrar de ojos sus caras cambiaron, sus sentimientos se empezaron a encontrar invadidos por algo inexplicable, un algo que parecía poseer un poder muy especial sobre cada uno de los mismos.
Comenzaron a pelearse entre ellos, sus facciones se fueron endureciendo, la pelea se volvió agresiva, casi llegando a convertise en una batalla.
Y tal como se originó ese arrebato de guerra, llegó la paz acompañada de otro fogonazo, como algo parecido a un flash de color verde.
Ahora sus rostros cambiaron a angelicales, se besaban y se amaban con una gran intensidad.
No eran conscientes de lo que les estaba sucediendo, eran simples victimas de un poder que nadie podía comprender en verdad.
Algo intangible, pero con un control total, estudiaba las reacciones de todos ellos.
Volvió a surgir otro fogonazo, esta vez de un color como rosado.
Empezaron a hacer el amor unos con otros, padres con hijos, hermanos con hermanas en un frenesí sin límites.
Sandra llegó al gran salón con parte de la cena entre sus manos, viendo el bacanal en el que su familia se había embarcado, soltó la fuente de cerámica y poniendo sus manos sobre su rostro lanzó un grito aterrador.
Surgió de pronto un fogonazo de color ambar, un flash exclusivo dedicado a Sandra.
Sandra volvió a la cocina con una cara sin sentimientos, como si no estuviera sucediendo en verdad nada en el salón.
Sandra volvió de nuevo al salón con una segunda fuente repleta de carne, una carne que comenzaron a mirar hipnotizados los miembros de su familia.
Se levantaron como si fueran zombies y arrebatándola la fuente, empezaron a comer como salvajes.
Sandra los observaba como si estuviera drogada, como si nada de aquello estuviera pasando realmente.
Cuando acabaron de comer, algo pasó, algo que ninguno de ellos esperaba en verdad.
Comenzaron a caer como moscas al suelo, uno por uno, hasta llegar al último de todos.
Sandra empezó a sonreir viendo morir a toda su familia envenenada con aquella carne que ella misma preparó.
Trás ella surgió como un ser envuelto en una luz azul muy intensa, Sandra se volvió hacia éste.
"Enhorabuena, has matado a tu familia como te ordené, ellos no eran dignos de tí, fíjate todo lo que hicieron, eran unos puercos, se lo merecían", dijo la fuente de luz azul.
Sandra seguía mirando hacia el ser sin inmutarse lo más mínimo.
"Debes de entregarme tu alma, la necesito para existir, vivo de las tribus que pueblan la galaxia, tu alma es poderosa en luz divina. De cada una de esas tribus elijo un alma, una sola como la tuya. Ahora come de la poca carne que quede y muere para mí", la ordenó el ser.
Un fogonazo intenso de luz blanca dejó a la pobre Sandra completamente ciega, a tientas se agachó y tanteando cogió entre sus manos un pequeño trozo de carne, acercándolo a su boca se lo tragó sin más.
Sufriendo entre la ceguera y el dolor del veneno en su interior, se tumbó sobre la alfombra y esperó a que la muerte llegara para ella.
La fuente de luz azul se aproximó y alargando algo parecido a un brazo, succionó el alma de Sandra.
Trás ello, envió un flash anaranjado que recorrió todo el salón prendiendo en llamas a aquellos que habían muerto.
El ser empezó a disolverse hasta hacerse invisible.
Llegando hasta la ventana de la cocina golpeó el picaporte de la misma, una vez abierta ésta, por ella marchó empezando un nuevo peregrinar, un peregrinar a otros mundos en busca de más almas que absorber.
Escrito por Carlos Them.
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