INTROITO
Catalina carga en sus espaldas el peso de un desprecio. En su alma -joven y vieja a la vez- tiene las cicatrices que le dejó el haber conocido a quien creyó, sería su gran amor. De mente sencilla, creyó que era el hombre que Dios había seleccionado para ella. Dolorida, iba pensando mientras caminaba y limpiaba con una delgada mano una lágrima que bajaba por su mejilla: "¿Por qué tenías que portarte cómo lo hiciste? se supone que ya no se usa eso de que los hombres engañen, utilicen a las mujeres, se supone que hemos progresado y que nos hemos empoderado y que estas cosas ya no pasan", esto cruzaba fugazmente por su mente, mientras quizás para sentirse mejor se repetía hasta la saciedad cuán egoísta, frío e insensible era ese hombre, sin embargo, no podía parar de pensar en él, se le había vuelto una obsesión recurrente de la cual no podía escapar. Catalina era consciente de que entre ellos ya no había un NOSOTROS, si es que lo hubo un día, no era fácil para ella cargar con su indiferencia, saber que para él ella no existía, que no era nadie, lo que más le dolía como mujer y como hembra que se sabe apasionada, vital y de sangre caliente, reconocer que la habían usado, que sólo fué entretención de una tarde, y que aunque se tratara de convencer a sí misma con argumentos reales de cuán pésimo amante era ese tipo, todavía sentía esa estúpida fijación por él, A veces Catalina quería odiarlo, o mejor aún quería que le fuera indiferente, no sentir lo que sentía cada vez que veía sus fotos, las cuales se empeñaba infantilmente en conservar, Catalina pensaba en sus ojos verdes, sus ojos rosados de rata, fríos, analíticos, penetrantes, ella sólo quería dejar de sentir eso que sentía por él, porque le estaba robando la vida, a donde fuera llevaba su recuerdo y su presencia, como una tortura, como un tormento, como una realidad inacabada que nació muerta, y aunque le doliera y le ardiera, Catalina tenía la certeza absoluta que la efímera presencia de él en su vida no había sido más que otro ataque del Hombre Mago: Ese que te echa unos polvos y luego se desaparece. |