Palmeritas con dulce de leche
Sucedió ayer, debía ser un día común como todos cuando pondríamos en práctica a nuestro querido ritual, aquel que veníamos cumpliendo desde hace mucho tiempo en la cocina de nuestro Juzgado.-
Como todo ritual que se precie de tal, el nuestro si bien era simple y trivial, tenía características formales, era un encuentro solemne, muy importante para nosotros; dicen en tribunales que practicamos una tradición que se mantiene desde hace un tiempo ya incalculable.-
Las reglas eran básicas, después de fichar la entrada, nos tomábamos unos minutos para ordenar los expedientes del día, y puntualmente a las ocho, nos encontrábamos a tomar mates en la cocina del fondo del Juzgado; cita diaria que duraba exactamente media hora.
Siempre compartíamos biscochitos salvo los días lunes, cuando previa colecta de dinero, uno de nosotros debía comprar algo especial, que sea muy rico, que debía ser sorpresa y que no se podía repetir, lo llamábamos “el agasajo sorpresa de la semana”. El lunes pasado por ejemplo Marcos trajo unas riquísimas bombas de crema de la confitería Los dos Chinos.-
Los temas a debatir no estaban pactados, pero invariablemente rondaban las cosas cotidianas, los temas laborales, las noticias del día, festejos personales, salvo los días lunes que junto al “agasajo sorpresa de la semana”, siempre discutíamos apasionadamente sobre Colón y Unión.-
En estas charlas de mates, nos enterábamos de los aumentos, los despidos, las peleas, los romances y todo lo que sucedía en tribunales, opinábamos de política, economía, y más de una vez filosofábamos de la vida, nada diferente a miles de espacios laborales de la administración pública Santafesina.-
Los participantes del encuentro eran normalmente ocho, Mirtha, la secretaria del Juzgado, mujer de unos cincuenta años todavía soltera, casada con el derecho, según se decía en tribunales…
Mirtha era quién coordinaba las conversaciones de la mateada; dicen que fue ella quién instauró la regla no escrita “quién está con el mate en la mano, es quién tiene la palabra”, raro acuerdo al que nos sometíamos los participantes del ritual, que resultó fructífero a la hora de administrar la palabra en la escasa media hora con la que contábamos.-
De fiscalía bajaban siempre Miguel y Carmen, dos empleados de muchos años de trayectoria, compañeros próximos a jubilarse; la Defensoría aportaba a la Dra. Menditegui, una de las nuevas defensoras públicas, joven y muy respetada; de nuestro juzgado los habitúes éramos Mariela, el ordenanza a quién llamábamos “Corcho”, Marcos, un viejo empleado al que considerábamos mudo y yo.- A veces, y siempre cuando estábamos por terminar la reunión, se sumaba el Juez Omar Roldán, el único que no tomaba mate, por lo que según las reglas tampoco tenía la palabra, en realidad no la necesitaba.-
Esa mañana el ritual comenzó con normalidad, el mate giraba de mano en mano en esa ronda de compañeros, que día a día, mes a mes, y año a año, formaba parte de mi vida.-
El tema instalado era el fin de semana largo que se venía, nada nuevo hasta que Mariela aludiendo al feriado, preguntó:
-“¿que se festeja éste 24 de marzo?”.-
Corcho, siempre agresivo sobre todo con las mujeres, burlonamente le dijo:
-“no se festeja nada pedazo de hueca, para que te voy a explicar si vos todavía ni habías nacido”.-
La Dra. Menditegui tomó la palabra un poco por vergüenza ajena, -no sé si vergüenza ocasionada por la descortesía de Corcho o por la irresponsable desinformación de Mariela- y le explicó que se recordaban los 35 años del golpe de estado del setenta y seis.-
Mirtha como siempre para ser protagonista y no quedar atrás con sus intervenciones, invitó a opinar a todos sobre ese tema, pero con la aplicación de la regla “el que toma el mate es el que habla”.-
La defensora quién justo en ese momento tenía el mate en sus manos, forzó evidentemente algún sorbido de más para retenerlo y así mantenerse en la palabra, y dirigiéndose a todos nos dijo:
-“Si bien era muy chica en esa época, dicen que fue terrible, que si salías a la calle no sabías si volvías, que si te chupaban los milicos, te torturaban, te violaban y después recién te preguntaban quién eras, y si tenías suerte te metían en cana, sino desaparecías…”
Mientras hablaba la Dra. Menditegui, me dediqué a observar las caras del resto de los compañeros, gestos raros, rostros desconocidos, caras que siempre me eran muy familiares ahora estaban incomprensiblemente transformadas, deshilachadas. Eran expresiones rígidas que jamás en los años de encuentro había percibido en ninguno de ellos. Es cierto, era un tema duro, difícil, pero hasta ese momento pensé que ya formaba parte de la historia, que en todo caso solo incumbía a los protagonistas, no debiendo ser tan importante para el resto de la sociedad de esa época y menos para la actual, a más de tres décadas.-
Mirtha le tomó bruscamente el mate a la doctora como ordenándole que se callara, de hecho lo cebó nuevamente y se lo entregó a Corcho, que ahora si ya a los gritos, exhibió su falta de educación y comenzó a vociferar groseramente, -mientras aplicaba a la bombilla profundas y ruidosas chupadas que parecían insultos-:
-“… mira piba, en esa época yo entraba de alcahuete en la Cámara Federal, y vi cada cosa que mejor me callo…te digo nena, siempre escucha la otra campana.., … vi a esos zurditos hacer volar por los aires a los viejos de mi amigo el colo Demartini, el tipo era comisario de los pesados pero la pobre mujer no tenía nada que ver, y esos pendejos le metieron un caño abajo de la cama .., … te digo que acá en tribunales más de uno se hacía el boludo, y de los dos lados…¿me entendés?”
Corcho siguió rezongando y mientras entregaba el mate a Mirtha, le hacía un lugar al Juez que acababa de llegar. El Dr. Roldán se quedó parado en una punta del cuarto con la tasa de té en sus manos y cuando lo pusimos en tema, solo se limitó a decir en tono jocoso:
-“..y fue una época muy brava, ¿che no tienen nada más divertido de que hablar?”
Dicho esto, sorpresivamente el Juez tomó de un solo movimiento su té, escondiendo su arrugada cara tras la tazona rosa, que una vez vacía, llevó hasta la bacha que estaba a la salida de la cocina, aprovechando sutilmente ese movimiento para retirarse a su despacho, o vaya a saber donde… En Santa Fe dicen que en los setenta, Roldán había sido secretario de un Juzgado donde se torturaba, a pesar de que hace más de 20 años que es un conocido y prestigioso Juez, por lo menos eso dicen…
Mirtha esta vez se quedó con el mate recién cebado y tomó la palabra:
-“Yo puedo decirles que en realidad solo fue una guerra entre militares y terroristas, y que los dos actuaron con excesos, que toda la sociedad de entonces reclamaba paz y orden, y no se podía vivir con tanto miedo… Recuerdo que entonces estaba en la facultad y les aseguro que antes del proceso era imposible estudiar. No sé, creo que todos actuaron mal, pero los que no teníamos nada que ver, no nos metíamos, y aparte no sabíamos que hacer..”
Presurosamente y como queriendo sacarse el mate de encima, o tal vez para sacarse la palabra de encima, Mirtha se lo entregó a medio cebar a Carmen, quién agregó:
-“Tiene razón Mirtha, salvo las partes que se enfrentaron, el resto no entendíamos nada, yo empezaba ese año a trabajar en fiscalía y lo único que se percibía en la calle era temor, desconcierto, tenía amigas tirabombas y otras que eran hijas de torturadores, pero la mayoría estaban descolgadas del tema, como yo... Recuerdo que cuando ingresé, el fiscal me dijo, acá nos debemos exclusivamente a la ley y a la constitución, ya que somos los garantes de su cumplimiento ante la sociedad.”, y riéndose dijo: -“pobre de nosotros, meses después no sabíamos adonde escondernos cuando requerían un fiscal en ese quilombo, creo que desde esa época ya nos reuníamos acá en la cocina para evitar los reclamos”.-
Pedro, el otro compañero de fiscalía, a pesar de no tener el mate en la mano agregó:
-“a la distancia hoy se ve claro lo blanco y lo negro, pero en esas circunstancias les digo que era todo gris… … para mí la empezaron los terroristas que te metían una bomba o te secuestraban porque sí, y en todo caso los militares nos defendieron…, …los milicos vinieron a poner orden y a algunos se les fue la mano…”
El clima del ambiente parecía estabilizarse, increíblemente solo habían pasado 20 minutos de mateada, de ese dialogo intenso, pesado, pero pareció una eternidad, creo que si alguien en ese momento decía un chiste, posiblemente el tema habría concluido, y hoy solo quedaría como una anécdota de un día más, pero Marcos pidió un mate….
Marcos, era un viejo compañero de mesa de entradas, flaco, muy callado, de unos 50 años, realmente tímido y retraído, algunos por atrás le decíamos “el aparato”, no obstante se hacía querer, con su silencio siempre estaba adonde se lo necesitaba, era solidario, buen compañero.-
El mate esta vez se lo alcanzó Corcho, quién tal vez intuyendo o sabiendo de lo que vendría, aprovecho el envión, se paró, se levantó y se fue.-
Fueron largos segundos, todos mirábamos como Marcos empezaba a tomar su mate todavía humeante, el silencio que hicimos ayudó a contar cada una de sus sorbidas, llegué a pensar que después de tanto misterio, Marcos fiel a sus antecedentes, finalmente no diría nada, pero mirando al piso mientras apretaba con sus dos manos la calabaza, balbuseó:
-“le decíamos Mili, Mamá siempre nos dijo que se la llevaron porque algo habría hecho…”
Dudé un segundo en inventar un llamado o levantarme para ir al baño, pero toda la escena quedo petrificada, rostros pálidos, miradas agudas, manos transpiradas, malestar general es lo que se percibía en ese ambiente, y nadie atinaba a nada...
Pedro, tal vez por ser el más viejo de todos se animó a preguntar:
-“¿De quién hablas, de tu hermana, la que mataron?”
Marcos levantó la cabeza y mirándolo a los ojos le contestó:
-“te dije que le decíamos Mili, y está desaparecida. Mamá lo dijo, algo habrá hecho..”
Mirtha quién jamás probó un biscochito porque siempre estaba a dieta, comenzó a metérselos en su boca como mecánicamente; Carmen movía su cabeza negando, mirando al piso como lamentando; la defensora solo dijo en voz baja: “que hijos de puta”, por suerte Corcho y el Juez ya no estaban en la cocina…
Eran las 8:30 hs, los dos compañeros de fiscalía se levantaron casi al unísono ya que su jefe era muy puntual, Mirtha saltó de la silla con un: “aprovecho y voy al baño”, la defensora se quedó abrazando a Marcos, que seguía mirando al piso, tal vez llorando. Mariela y yo volvimos a la mesa de entrada del Juzgado en silencio.-
Fue una mañana muy intensa, mi cabeza no dejaba de pensar, no entendía como un tema secundario en mi vida, al que pensé tan lejos de mí, en realidad convivía todas la mañanas sigilosamente entre mis compañeros, un tema que ahora entiendo, está tristemente vivo todavía en la sociedad, por lo menos eso dicen...
Reflexioné sobre como mundos chicos como la familia de Marcos, tenían tantos matices y desencuentros ideológicos tan profundos en su interior, su padre militar, su hermana desaparecida, su madre una pobre testigo involuntaria de esta tragedia, y el mismo Marcos que rindió su vida al dolor de todas esas partes…
El mismo ritual de los ocho compañeros de trabajo encerraba dentro de su ingenua apariencia, vidas diferentes, vivencias distintas, pensamientos encontrados, intereses y visiones opuestas, odios y rencores, todos sentimientos enmascarados con frágiles e inservibles vivencias mundanas.-
Las ocho personas que todas las mañanas me acompañaron durante estos últimos cinco años, ¿mostraban sus caras reales que fueron desdibujadas circunstancialmente con caretas que aparecieron solo ese día jueves por el tema que tratamos?, o como me temo, fue ese el primer día, el que pude ver sus verdaderos rostros de odio, dolor, angustia y miedo; expresiones que se ocultaron cobardemente todos estos años tras unas falsas caretas…
¿Había terminado el ritual del encuentro con mis compañeros de trabajo?, ¿nos volveríamos a mirar a los ojos como antes sin pensar en ese jueves?, ¿seguirían peleando solo por fútbol Corcho y Marcos, estando tan alejados en cosas esenciales?, ¿discutirían de filosofía el Juez con la defensora?, no sé, el tiempo todo lo borra, eso dicen…
Por suerte esa mañana no tomé mate, ¿qué hubiera dicho?, ¿tengo posición sobre el tema?, ¿fijaré un criterio? …
Este fin de semana largo fue indudablemente de reflexión, pensé mucho, y tomé decisiones.-
El lunes me toca a mí llevar “el agasajo sorpresa de la semana”, y finalmente me decidí, voy a comprar palmeritas con dulce de leche en Las Delicias, dicen que son exquisitas, por lo menos eso dicen…
PD: Dedicado al “aparato” de M., un querido compañero de trabajo
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