A los colectiveros (los que manejan omnibus o colectivos) suele sucederles todo tipo de historias fantásticas.
Cuando fuí a visitar a la cárcel a un amigo privado de libertad, me contó que en una sofocante noche de verano en la Provincia de Salta, al cruzar el Trópico de Capricornio atropelló a 3 pingüinos que aparecieron repentinamente, como corporizándose de la nada, sobre la ruta.
!!!Sí 3 pingüinos en el Trópico a más de 1.500 km del mar!!!.
La historia era fascinante, más increíble que toparse con una jirafa en blanco y negro como le narraran a mi amigo Miguel Angel Prieto los choferes de una empresa de transporte de pasajeros.
Siguió el preso contando ese y otros relatos acaecidos siempre al volante por aquellos caminos de Dios.
Hablaba y se tranquilizaba.
Aquella catarsis verborrágica aventaba la angustia de la situación que sobrellevaba.
Después de un tiempo prudencial me animé a preguntarle acerca de las causas de su detención.
Sabés, me dijo, la verdad es que no eran pingüinos lo que atropellé aquella aciaga noche.
¿Entonces?, pregunté incrédulo.
Es más sorprendente aún que atropellar pingüinos en el trópico, contestó, mientras se tomaba la cabeza con las manos.
¡¡¡ Eran 3 monjas de hábitos negros !!!