Alabanza y honor son palabras pobres
Mi boca y mis labios son limitados
Ni los ángeles tienen palabras…
Y me quedo mudo ante su majestad y misericordia
Ciego ante su presencia
Y mis rodillas tiemblan…

Caigo ante su magnificencia
Tartamudeo… y no hallo escape de su abrazo
Las lágrimas escapan de mis ojos
El silencio es el estrépito de su llegada
El fuego la señal de su poderío
No hay palabras conocidas en el vocabulario de los mortales
¿Cómo he de alabar?

La gloria del Creador en una dosis apenas soportable para mi debilidad
Y mi cuerpo se estremece ante su mera respiración
Cada latido de su inmenso corazón me tumba a sus pies
¿Qué he de proclamar?
¿Qué le puedo dar?
Si mi existencia es polvo ante su Ser

Rendido a su sombra
Me limito a callar y apreciar su misericordia
La gracia corriendo por mis venas
La luz limpiando mis tinieblas
El fuego consumiendo todo mi ser

Me hallo rendido
Con los brazos en alto y la cabeza agacha
Nada que ofrecer…
Nada que le pueda dar…
Si mi alabanza es pobre…
Mi corazón malvado
Mi boca perversa
Mis pensamientos limitados…
Pero aquí estoy…

En el silencio te alaba mi alma
Te bendice mi pobre y desdichado ser
Se rinde mi orgullo
Se inclina mi vanidad

No tengo nada que entregar
Nada digno de tu ser
Pues hasta mi amor es imperfecto
Y mi vida es un desastre…
Pobres palabras tengo
Y las prefiero guardar…

¿Y si su mano se extendiese?
¿Y si tocara su manto?
¡Ay de mí!
Que solo por su gracia es que no he caído muerto
¡Que su mera presencia ya me quita el aliento!

Como llena este lugar su luz inigualable
La majestad de su resplandor
El amor personificado
Ante mí errática vida
El perdón de mis penalidades

Yo me quedo sin palabras ante su presencia
Y caigo de rodillas
Y no puedo dejar de alabar y adorar
Sin cesar… sin cesar