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02. DANN

El solsable (NOTA:es un tipo de espada muy raro y valioso, son hechas con oro de sol, o sea, rayos de sol convertidos en metal gracias a la magia antigua) se clava mucho más profundamente en su carne, mientras su oponente aplicaba una fuerza muy por encima de lo normal, incluso para un vampiro. El dolor era insoportable, Dann pensó que aquella no era su noche de suerte. Sin embargo, tuvo fuerzas para de una patada derribar a su enemigo y mandarlo a volar.
Su siguiente movimiento fue sacarse la espada, para lo cual la agarró con ambas manos y tiró hacia adelante, gritando mientras el oro de sol le laceraba el pulmón derecho y era extraído. Aquel era un solsable auténtico, Dann lo notaba por el dolor, se preguntó como un simple Semilla Negra (2) había conseguido una espada tan valiosa como esa.
Dann se permitió una sonrisa. Empuñó el solsable con la mano izquierda, mientras que con la derecha se cubría la herida, de la que brotaba un manantial de su sangre. El enemigo comenzaba a levantarse, pero Dann no lo permitió. En menos de lo que parpadeo por última vez, el Semilla Negra vió como su cuerpo se alejaba junto al suelo, mientras perdía la conciencia para siempre.
La cabeza voló y cayó rodando en el suelo, mientras que del cuerpo decapitado un surtidor de sangre explotaba como una fuente de plaza. Dann quedó completamente bañado en sangre, pero no le importó. Solo procuró mantener cerrada la boca, mientras se alejaba de allí, con el solsable a cuestas. A pesar de que medía casi un metro, Dann podía blandirlo sin ningún problema. Cualquier vampiro podía, pero él, Dann Starvak, era el más adecuado, siendo el mejor esgrimista de su familia, además el único.
Dann tenía 20 años en apariencia, aunque en edad no superaba los 40. Aquello no le sorprendía, puesto que su padre tenía dos años menos que el en cuanto a la edad en la que había "despertado", sin embargo contaba con 98 años, y aun así era uno de los vampiros mas jóvenes. La edad máxima que un vampiro podía vivir era 240 años, el doble de la de los humanos, se decía que los antiguos vampiros duraban milenios enteros, aunque terminaban como viejucos ciegos, sordos, mudos y sin poderes. Aunque esa había sido una época que jamás volvería a tocar.
El clan de los Starvak no era su clan de origen, puesto que había sido el engendro de su padre con una Sangre de Luna (3), 39 años atrás. Los hijos de vampiros nacían vampiros, eran incluso más fuertes que los que habían nacido como humanos, y al ser mezclas entre clanes heredaban a veces las habilidades de ambos clanes. Sin embargo todos los Sangre de Luna, como tantos clanes, fueron destruidos durante los fatales años que duró la cacería de Keviar, el loco que quiso imponerse y eliminar a todos los que no fueran de su sangre. De modo que Dann adoptó el apellido de su padre.
Dann llegó hasta la entrada de la posada donde se alojaba. Era un edificio bastante bien conservado, de piso y techo de madera resistente, su dueño era un hombre mayor que fumaba constantemente de una pipa de marfil y por tanto la estancia apestaba a tabaco la mayor parte del tiempo. A Dann no le importaba, tampoco, habían muy pocas cosas que le importaban, y las más importantes, eran su vida, su honor, y Kiserya Raitar(4). No solo porque era su única y por consiguiente mejor amiga, sino porque Dann secretamente sentía una especie de atracción hacia ella, aunque no fuera precisamente una belleza.
Entró el joven vampiro en el lugar, y saludo al dueño, que sentado en un banco en una esquina tarareaba una vieja canción, su voz sonaba extraña por la pipa que tenía entre los dientes, de la que brotaba un hilillo de humo rojo. Ignoró por completo a Dann, por lo que este siguió hacia su habitación, escaleras arriba.
Su puerta estaba semiabierta cuando llego, y eso lo puso alerta pues siempre se aseguraba de cerrar bien todo. Se preguntó si lo estarían esperando más enemigos como el que acababa de matar. No le preocupó demasiado, puesto que tenía en su poder un solsable ahora. Parándose frente la puerta de madera, respiró hondo y dió una patada a la puerta, que se abrió estrepitosamente, y entró con el sable en la mano izquierda.
Pero no había peligro, puesto que en su cama se hallaba sentada, nada más y nada menos que Kiserya. Dann se permitió estudiarla por un momento. Era una chica de 19 años, solo en apariencia, puesto que contaba con 38 como su edad real. Tenía un pelo tan rojo como la sangre misma y tan largo que le llegaba hasta mas allá de la espalda, sus ojos eran raramente de un color esmeralda, con iris que parecían estrellas, pues tenían puntas saliendo de ellos, ojos especiales Raitar (SHARINGAAAN!). Eso le daba un aspecto misterioso, increíble, casi mágico. Tenía la piel blanca, propia de los Raitar, llevaba un vestido rojo adornado con encajes y dibujos de estrellas y soles, vestimenta propia también de su mencionada familia, y calzaba zapatillas negras.
- "Afuera llueve sangre" dice un refrán popular - dijo Kiserya al verlo - Jamás pensé que algo así podria suceder.
- Muy graciosa - replicó Dann, pensando en que su fortuna no mejoraba - Para que te enteres eso se dice cuando está ocurriendo una masacre o una pelea muy violenta. Y eso es lo que ha ocurrido...
- Me doy cuenta - observó Kiserya, levantándose - Lamento haber entrado en tu habitación sin tu permiso, pero no pude resistirme, la curiosidad no es un don del que este muy orgullosa.
"No es un don" pensó Dann "Es un mal hábito" y se sintió desafortunado de nuevo.
- ¿Qué haces así? Permite que cuestione tus palabras pero no creo que solo por curiosear hayas venido a verme a estas horas. Falta poco para que la Luz Muerte (NOTA: Luz Muerte, es la luz del sol que como sabemos mata a los vampiros) inunde el mundo de nuevo.
Kiserya se acercó cautelosamente a Dann.
- ¿Y estas preocupado porque pueda pasarme algo? - Kiserya usó un tono de voz más suave e infantil, juntando las manos entrelazando los dedos y apoyando su cabeza en ellos - Que lindo eres...
-¡Kiseryaaa!...
- De acuerdo, de acuerdo - ella se encogió de hombros - Supongo que no tengo más remedio. - Frunció el ceño, y Dann comprendió que era algo serio - Dann, esto es algo urgente, es extremadamente importante que lo sepas puesto que perteneces después de todo a la familia Starvak. Escucha atentamente esto... En estos precisos instantes Lord Burihall está despertando a sus nuevos inquilinos, es probable que ya todos hayan "despertado".
Dann frunció también el ceño, aunque no comprendía porque eso tenía que ser malo.
- Eso no es nada extraño - dijo Dann - Tengo entendido que el viejo Burihall es así de misericordioso, salva a todos los humanos que puede y luego los convierte para que sirvan en su armada, o en su familia. No está contra la ley, ni nada parecido.
- Sin embargo como sabes, algunos que no están de acuerdo con que Burihall "desperdicie" sangre, convirtiendo al primero que le cae en las manos. Ellos piensan que está regalando el Don Oscuro (Nota: con don oscuro se refiere a los poderes del vampiro, si se que Rice escribió algo parecido lo cambiare después lo juro) a los seres humanos. Ya sé que eso es una locura, pero hay humanos que conservan sus recuerdos de su vida como humanos, luego quieren regresar a su mundo y completar aquello que dejaron sin hacer. Pero eso es un peligro. De modo que Burihall tiene que mantenerlos encerrados en su recinto.
- ¿! Qué!? - exclamó Dann.El problema radica en que aquellos que se oponen a ese comportamiento están conspirando para destruir a mi abuelo.
- Así es, entre ellos están los Roster, los Fremere y los Innu, pero lo más probable es que hayan mas, al menos dos de esos son clanes principales, los otros son de clase media y no me extraña que los menores también se les unan. Cuando vengas a ver, los Raitar estaremos solos contra toda la Sociedad de la Sangre.
-¿Y que tengo que ver yo con eso?
- Tú eres un Starvak, y todavía desconozco la posición que adoptara Lord Serdel ante esta situación. De modo que como debes imaginar, lo que pretendo es que indagues con tu padre y le preguntes que hará al respecto, necesito saber eso, Dann, no quiero que seamos enemigos, pero... pero...
La joven se abrazó a Dann, rodeándolo con los brazos, sollozando. Fue una de las pocas veces en que Dann vió a Kiserya de esa forma, débil, sollozante. El no tuvo otro remedio que devolver el abrazo.
- No te preocupes, todo estará bien.
Dann comprendía la preocupación de su amiga. Indudablemente el clan Raitar nunca había sido precisamente apreciado por parte de los otros, a los Raitar siempre les gustaba experimentar y descubrir cosas nuevas, era algo que estaba en su naturaleza. Pero aquello sin duda había llegado demasiado lejos.
- La mansión Starvak está a varios días de aquí, Kiserya, demoraré mucho en llegar, ¿cómo podré contactar contigo una vez tenga la respuesta de mi padre?

- Envía un murciélago.
- Alguien podría interceptarlo.
- Entonces deberás regresar a mi, encontrémonos en un plazo, Dann - le pidió Kiserya.
Dann meditó un momento, antes de contestar,
- De acuerdo, dentro de 10 días, en el Bosque de Parda, hay un roble que tiene tallado un nombre, Ishkatom, el llamado Rey del Sol, ve a ese árbol y espérame allí, aunque lo más probable es que yo llegue primero.
- Allí estaré, Dann - dijo Kiserya, separándose de él, aunque antes de hacerlo le dió un fugaz beso en la boca - Gracias, Dann.
Dicho esto, la chica abandonó la habitación como si de un fantasma se tratara, silenciosa y calmadamente. Dann solo se quedó ahí, de pie, disfrutando aún la sensación que el cálido roce de los labios en su piel le había provocado. Muchos estúpidos pensaban que los vampiros eran fríos como el hielo, y algunos lo eran, pero solo desde un punto de vista espiritual. La sangre manaba por sus venas y gracias a un proceso químico muy complejo (NOTA: De complejo nada me da flojera ponerme a explicarlo eso es todo) mantenía diversas funciones, entre ellas la generación del calor interno que el cuerpo genera normalmente.
Dann se recuperó de improviso, y se sentó en la cama, se quitó la ropa y se quedó en su atuendo interior. El sol, muy a lo lejos en el horizonte, comenzó a salir tímidamente por sobre las colinas que conformaban la cadena de Anzrod. Dann cerró la ventana inmediatamente, y se concentró en dormir. Por suerte al dueño no le importaba tampoco que durmiera de día y saliera de noche.
Miró el solsable que recién había adquirido. El oro de sol de su hoja resplandecía mortífero. Dann sabía que debía aprender a dominar esa espada, pues le serviría de mucho en el futuro.
Recordó entonces su herida, y vió que tenía una hoja cura (justo lo que el nombre sugiere) pegada a la herida. Kiserya, debió habérsela puesto mientras lo abrazaba, o quien sabe cuándo. Era un fantasma, Dann jamás se cansaría de repetírselo.
Mientras se quedaba dormido, repasó los acontecimientos del día. Había obtenido una espada nueva, concertado una cita con la chica que le gustaba, y su autoestima comenzaba a mejorar, ya que esta le había dado un abrazo, y luego un beso. Eso era algo increíble, incluso para alguien como él.
Después de todo, aquella noche no había tenido tan mala suerte...

Texto agregado el 28-07-2011, y leído por 234 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
10-08-2011 Buen relato, Gabih Godiva
29-07-2011 Aunque las historias de vampiros no son las que más me atraen ésta me gustó. Continúa? glori
 
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