Soñaras conmigo…no te resistas,

No evites mi pensamiento…


Estás eran las palabras que sonaban en su cabeza mientras no dejaba de decir, entre murmuraciones todo lo que quería decir, gritar y que plasmaba en su libreta de sueños cada noche. Alrededor de ella solo había niebla, personajes difusos que no la dejaban volar, el viento la seducía…pero como saber si era momento de volar…el miedo ya la había poseído.


Juega conmigo…empapémonos de agua,

Brinquemos en los charcos, no seas tímido muérdeme…


Cuando escucho el sonido de la palabra “muérdeme” (que ciertamente le fascino la entonación entre suspiro y anhelo), se siento poseída por el verbo y lo conjugo en todos los tiempos: muérdeme, mordiéndote, mordernos, morder, mordimos, morderemos, mordíamos…mientras mas lo conjugaba, el sonido de las palabras la llevo a decir…morimos.